I.
El teléfono repiqueteo insistentemente, yo no tenia el mínimo deseo de contestar. Ayer, una borrachera killer y una noche de sexo público con Silvania, la chica de los pezones rosados y esa sonrisa de maniática que tanto me cautiva. El resultado era el de rigor: una agria resaca y una nausea incipiente. De reojo vi la hora en el reloj digital, 8:25 a.m., antes de hundir el rostro en la almohada para volver a formar una unidad con la cama. "No, no voy a contestar ni voy a ir hoy a trabajar". Por fin dejo de sonar. “¡Por fin!”, dije y aquello fue una maldición. Volvió a sonar al instante.
II.
Cogí soñoliento el teléfono. Si, soy yo. ¿Qué demonios quieres? ¿No mames, estás hablando en serio? Sólo escuche la voz de mi hermano Raúl, entrecortada casi a punto de llorar, contarme lo sucedido: "....fue brutal, César. Yo presentía que le había pasado algo a Paul, no sé porque pero lo intuía. Paul no se merecía esta suerte. Los cabrones que lo hicieron, puta, no se tocaron el corazón. Lo encontraron anoche, tirado en un baldío como si fuera una mugre bolsa de basura."
La voz de mi hermano se pierde, yo intento bloquearme pensando en no sé que tantas cosas para no escucharlo aunque se que él sigue hablando: "Lo dejaron irreconocible, convertido en una piltrafa humana. Tenía un tiro en la cabeza y decenas de cuchilladas. Le quemaron casi todo el cuerpo con cigarrillos: la cara, las manos, el pecho, los pies.... Tenía los ojos hinchados, desfigurados con unas marcas bien horribles. Lo torturaron peor que a una bestia, no te puedes imaginar que tal crueles fueron con Paul. Le arrancaron las uñas de las manos, lo molieron a golpes; le pegaron tanto que le quebraron no sé cuantas costillas y ... es tan difícil decirlo...". Raúl hace una pausa, una maldita pausa que nerviosamente se alargo más al escuchar nuestras respiraciones en vilo, como esperando un desenlace aún más trágico. "Espera, lo violaron y le cortaron los guevos, los hijos de la chingada lo castraron. Lo castraron y le pusieron el pito en la boca."
III.
Todavía acostado en la cama me imagino a mamá intentando pensar que no es cierto que Paul esta muerto, que únicamente se ha quedado dormido o que aquello era una pesadilla suya provocada por el hábito a los sedantes americanos. Me imagino a Papá, ese señor de rostro tan impasible, mordiéndose los labios pensando en no sé que cosas y hurgándose furtivamente la nariz para desviar nuestra atención antes de decir ¡Puño contigo, Paul!. Me imagino a mi hermano Raúl pasando el amargo trago de reconocer a Paul en la plancha de la morgue, de decir "Sí, sí, es él" al ver el cadáver inerte y luego, sin ningún control, soltarse a llorar.
Por un instante, me imagino a mi mismo, desesperado intentando recordar algo bueno de Paul. Oh sí, aquel día de mi cumpleaños que me regalo el avión para armar que por tantos meses desee pero no, me acuerdo más de esa noche en que lo vi furioso, por no sé que razón, estrellar mi avión contra la pared. Por más que trató no puedo encontrar algún recuerdo feliz, tengo que admitir que nunca existió una buena relación entre mi hermano mayor y nosotros. Lo suyo fue siempre abusar de Raúl y de mí; golpes para que hiciéramos su trabajo casero, golpes por tomar sus cosas y golpes por que sí. La naturaleza de Paul siempre fue pendenciera y, en los últimos años se había convertido en un abogado prominente con justificada fama de playboy, antipático y vorazmente accesible a defender casos controversiales y harto publicitados. Paul era un tipo corrupto o, al menos, eso decían implícitamente en las columnas locales de comentarios políticos. Mejor me imagino que me acerco lentamente al ataúd cerrado que me impide mirar su rostro inerte tras el vidrio. No puedo evitar abrirlo para decirle sin ningún tipo de remordimiento: "Paul, te lo merecías por cabrón".
IV.
Un silencio total, yo no sé que decir y Raúl sigue hablando, con la voz aun más agitada y mucho menos entendible ... "¿Sabes en que pensé? En salir a buscar a esos hijos de puta y matarlos pero ¿quién diablos son? Sospecho que nuestro hermano tenía relaciones con narcos, los judiciales comentaron que su asesinato lleva el sello y firma de la mafia. Ya ves como era Paul, a lo mejor quiso darle gane a los de arriba y aquellos no se anduvieron con rodeos. Chingado, César lamento que te enteres de esta manera pero...."
V.
No pude aguantar más. Colgué el teléfono y cerré los ojos pensando en que necesitaré un traje negro. Un maldito traje negro.
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revisión 2004: A brief narco junior story.
miércoles, 14 de julio de 2004
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