Angélica cree en mi destino, anhelos y mentiras. Angélica vive emocionada la alegría de mi felicidad y consternada vive la agonía de mi constante depresión; Angélica es mi prozac, mi ecstasy, mi botella de licor. Angélica cura todo mi dolor con su mirada, con sus llamadas o sus faxes. Angélica es la palabra afectuosa de una amiga, el sueño romántico de una novia perenne y la caricia ardiente de un corazón en plena armonía. Angélica dice que no hay nadie como yo, que el mejor día de su vida lo paso conmigo y yo le creo porque es cierto.
Angélica nunca se queja, nunca me reprime. Angélica no cuestiona mis gustos ni crítica a mis ídolos. Angélica me regala libros y sonrisas en amenas charlas de café, entre poemas malditos y cigarrillos mentolados. Angélica comprende mi negro sentido de humor y lo disfruta. Angélica vive encantada con mis historias, me da su tiempo y su compañía sin pensar en el reloj o en otro compromiso.
Angélica sabe escuchar y nunca me interrumpe. Angélica me da consejos cuando yo se los pido, no antes ni después. Angélica sabe que, al final, siempre hago lo que me apetece. Angélica me deja solo cuando lo necesito y esta junto a mí cuando la necesito. Angélica dice que tiembla nerviosamente cuando le platico las locuras que cometo en cada weekend. Angélica realmente se preocupa y eso me hace sentir bien. Angélica se enternece cuando le confieso que ella es la base de mi equilibrio y me anima con sus besos, palabras y caricias.
Angélica es mi punto de control y mi contacto con la realidad. Angélica me salva de mis ataques de rabia y me consuela y me mima como si fuera un niño. Angélica me pide a veces, que no viaje tanto, que baje la velocidad y yo me rió: Angélica sabe que nunca he podido decir que no. Angélica trata de entenderme y eso lo agradezco. Angélica tiene miedo que llegue el día en que acabe todo y me marche. Angélica sabe que eso es imposible, que me puedo alejar pero que siempre volveré para encontrarnos en el mismo sitio.
Angélica ya debería saber que, ahora y siempre, ella ha sido la otra parte de mi vida.
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revisión 2004: ¿Una declaración de amor? ¿Una carta suicida? ¿Una defensa puntual y escrita? Ya no me acuerdo. Algunas veces, antes de leer el texto, decía almost joking que era como si Lou Reed hubiera reescrito ¨La incondicional¨ para Magneto. Sí, pero no. Conozco un par de tipos que se han ligado a chicas llamadas Angélica con este relato (uno nunca sabe para quien trabaja, no?). El compita Roberto Castillo mencionó en la presentación del libro en el CECUT que este era uno de los textos que más le habían gustado (ojo, su esposa se llama Angélica). Mmm, puedo decir que está dedicado única y exclusivamente a Logovo? Pues eso.
Olvide comentar que este texto está inspirado en "Cuando regrese Roberto" de mr ejival, que escuche live and direct en aquel intento alter llamado Cafeína.
miércoles, 9 de junio de 2004
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