viernes, 15 de enero de 2010

Yoani says

Yoani says

Yoani dice que nos queda tan poco miedo a reciclar en dramas y comedias, que el fin de la ilusión ya tuvo lugar, que la blasfemia es cosa de viejos y el pedir permiso algo peligrosamente infantil cuando la realidad expropiada nos estalla en la cara.
Yoani dice que necesitamos el oxígeno de la información, que el control obsesivo no es una causa revolucionaria, que los muros impuestos han ayudado a descubrir o por lo menos a intuir una vida mejor más allá de éstos, que las intenciones añejas son fantasía en rebajas como esos ideales con grilletes perpendiculares que nunca sacian al hambriento.
Yoani dice que la suma de golpes que hemos recibido nunca es bienaventurada como tampoco lo es el resumen aportado por esos bastardos que viajan a países pequeños para satisfacer necesidades primarias y los oportunistas forajidos que rinden tributo a una mentira tan desfasada que se perpetúa en sí misma en un rollo post-nothing.
Yoani dice que los sueños son tan importantes para los jóvenes como la paciencia lo es para los viejos, la apatía apenas un suspirito que sostiene lo insostenible y que el intercambio carnal es cosa explicable y hasta redituable pero no por ello el futuro digno de una generación que enarbola el “Yo, ahora”, que hay que escribir que el pollo del arroz con pollo por fin será pollo y no una discusión académica de carácter subjetivo.
Yoani dice que entre los amigos perdidos por el destierro y el hilo nostálgico que atraviesa a todos los retornados, hay más piezas que hacen encajar todo de golpe, algo de corredor de fondo y del dolor de los adolescentes con el corazón puro. Un cuento compulsivo que ya dejo las cloacas de la desidia.
Yoani dice que aquí no hay que salvar a la porrista o cantar el mash-up de un par de canciones que tuvieron éxito en los ochenta, ni seguir una estética que viene de fuera como una suerte de continuación de una juventud estancada por la frustración y esos ciclos de silencio que ya no podemos aguantar.
Yoani dice que se cansó ya de la hipótesis del conformismo, de una inquisición con uniforme policial y el engaño de una tarjeta de racionamiento, de mítines de repudio y la paranoia heredada que ya no satisface a nadie, ni siquiera a los creyentes.
Yoani dice que espera una primavera que no sea negra, sin crispación y ese olor a miedo que nos hace preguntar a menudo un ¿por qué nos han hecho esto? Entre apagones y campañas de hostigamiento, encontraremos la manera de resolver esa extraña sensación de vaciedad, de librar el cerco amurallado que impide una comunicación libre y ciudadana que se refleja festivamente en un pancarta que exige “Compañeros: Menos odio, más ocio”.
Yoani dice que la ciudad desvencijada será nuestra una vez más, que el fin de la larga noche oscura será el resultado del naufragio y la caducidad de algo más que los víveres que atesora el Capitán Lastre mientras se hace una eterna paja en los períodos especiales que aguantamos. El brillo de la posterioridad comenzará más allá del derrumbe y la derrota.
Yoani dice que ahora mismo no hay nada que celebrar pero que, si hacemos caso al rumor social, tal vez mañana sea el día que estamos esperando. Lo demás, en ese momento, para todos nosotros será periódico viejo.

—————————————-
*Este texto aparecerá en la revista El Perro (en el número dedicado al ocio).

viernes, 2 de octubre de 2009

Confesiones de un adicto a la noche

The longer the night lasts, the more our dreams will be.

Proverbio chino

Me gusta la noche. Lo digo tranquilamente desde un lugar preferencial, a punto de tomarme otra cerveza, camino al dancefloor, inmerso en una sensación radiante que hace creer al personal que está en el punto que deber estar.
Sí, soy un animal nocturno pero nunca en el sentido prosaico, aburrido y domesticado que enarbolan ciertos programas televisivos. Mi nocturnidad es de esas que hacen de cada hombre y cada mujer una estrella, que nos recuerda que la buena vida puede estar en cualquier sitio, que provoca esa necesidad urgente de convivir y fluir. Lo acepto: nunca he sido bueno para sentarme muy tranquilo y aplaudir con distancia televisiva.

Salir es una aventura, la mejor droga, el momento en que las cosas, aún las más weirdas, pueden ser posibles.
Salir es provocar el desborde, perder un poco el control, (p)resumir estrategias y tácticas de supervivencia, ponerlas en práctica, divertirse en ello.
Salir es encontrarse con otros, segregarse de los otros, unirse a éstos y aquellos.
Salir de noche es atreverse a vivir cuando los demás han claudicado.

No soporto lo homogéneo: gente de una misma clase social o edad, uniformada, con los mismos prejuicios y vicios en un área determinada. Prefiero el remix, todo aquello que derribe estereotipos o los reinterprete, que haga caducos los valores actuales y los transmute en algo mejor, más libre, menos preocupado por lo “auténtico” y ese “estar mejor” que tanto criticaba Breton. Tampoco me gustan los bares que insisten en vivir de su leyenda y sucumben ante la avalancha de oficinistas y estudiantes en día festivo ni los clubes con velvet rope y su elitismo tan demodé. La noche no debe ser vista como una comodidad o privilegio; en cualquier caso, debe asumirse como una experiencia vital.

Lo tengo claro: no es lo mismo vivir de noche que vivir la noche. Vivir de noche es lo que hacen, por ejemplo los meseros en los bares, los guardias de seguridad , los veladores, los médicos de guardia. Vivir la noche es otra cosa. Por eso, disfruto recorrer los lugares de los que nadie es, pero a los que todo mundo podría pertenecer (Antonio Melechi dixit). Así, trasnochar se opone, de algún modo, a la ética puritana, a los postulados del capitalismo feroz y, de pasada, al ejercicio de control del Estado. La noche en su faceta más subversiva cambia tantas cosas, de ahí su peligrosidad. Siempre me ha gustado la idea de la noche de farra como un corte de mangas social.

En la noche, la sociedad baila y resiste, los militantes más radicales de los partidos políticos más conservadores cogen y esnifan, los jóvenes pierden algunas neuronas o mueren en el intento. Sí, pero no sólo eso: en la noche aprendemos a (re)conocernos, a gozar(nos), a reinventar nuestro papel social. Reapasionar la vida es una intervención activa; al salir de noche hacemos planes que tal vez un día se hagan realidad. En mi noche no hay sacrificio de ideales, funciona como una posibilidad de abstraerme de la rutina que me da casi siempre, vaya fortuna, una solución lateral o angular a mis problemas más inmediatos.
Así, lo decadente, salir en las fotos, lo hip & trendy & cool, ser testigos en primera persona de lo que está pasando, señalar la ruta precisa y otros detalles menos interesantes pasan a segundo término. En la nocturnidad, nuestra aparente frivolidad se convierte casi en una postura política, en un modo de enfrentarse momentáneamente al mainstream que, como ya se sabe, terminará por engullirse todo y a todos. La noche es tan sólo una ampliación en el campo de batalla cotidiano. La noche hace (in)visible de lo que ocurre en otras esferas de la vida pública.

Por cierto, es mentira eso de que en la noche todos los gatos sean pardos. Si uno tiene buena vista y algo de educación, distingue y diferencia. El color –estilo, pose, maneras- delata. Por eso, la noche no es para los diletantes advenedizos ni para los ejecutivos con crédito ilimitado y sus antipodas (esa caravana de barflies y gentepeste). Cuando la noche se traga al día, sólo algunos pueden resistirlo, salir ilesos y contarlo lo vivido. “The weekends are for wussies” fue el eslogan de un club sandieguino por muchos años. Por eso puedo entender el going out every night con la misma urgencia de quienes fabrican bombas caseras que intentan hacer estallar algo más que el sueño de la (pos)modernidad. Sí, a veces como decía Bukowski el humo de las horas de fiesta es una meada ascendente en la cara de cierto sector social.
Los años no me han calmado. Sigo saliendo casi todos los días, casi todas las semanas. Siempre hay algo interesante que hacer en la city, algo por conocer o vivir como si fuera la primera vez: de aquellos Paseos Inmorales por los bares a la Ruta Artsy de galerías, del bajón que significó el anunciado fin de las horas extras y barras libres a la euforia descontrolada del nuevo ocio. Salir hoy es no dejar de vivir, no dejarse vencer por el crimen y la impunidad, tratar de enfrentar sonriendo a ese social disease del que hablaba Warhol, vencer la tendencia individualista y formar parte, por lo menos en algún instante, de una comunidad en llamas.
Hoy el gran reto es no aburrirse: sé que si me aburro en 2 minutos, me aburriré la siguiente media hora. Hay noches en las que no vale la pena esforzarse. Sí, a veces no conviene ser un maldito optimista. Lo que nos salva? Siempre habrá otra oportunidad para gozar alguna fiesta en otro sitio.

——-
Este texto apareció en el número Noctámbulos de la revista PicNic

sábado, 15 de agosto de 2009

remixes

ANTONEDAS

Recortes y extravíos,
algo vanidoso como el listado de libros favoritos,
la primera vez que manejamos el auto de papá sin medir las diferencias de talento.
la perfección curva: el firmamento.
Una lápida, desconcertada y porfia
el nuevo siglo que andamos, la ironía de tus diatribas
la pequeña culpa que escondes en aquel “truco o castigo”.
Conciencia toñita, una forma positiva
afinidades y misericordias, las putas sensaciones.
La fecundidad medieval, el miedo y el perdón:
una aportación de planteamientos teóricos bastante grises
o el intento que sólo hace sentido en la memoria,
un diálogo por escenificar, la temporalidad vacía.
La guerra ajena
la trivialidad extremada,
lo sobrehumano.
Más allá, alegando todo el pensamiento light:
el vaivén, las lecturas, un impreciso porvenir,
la unión, el convencionalismo ocre, enemas de provincia
Nuestro primer choque…
y la contradicción.

jueves, 30 de julio de 2009

SOWEIRD

SEX

1. Dieter tenía seis años cuando recibió su primer wawis. Le ofreció un chocolate a su vecina a cambio de que le chupara “su paletita”. Habika, de cuatro años, aprendió rápidamente que nada es gratis en la vida.

2. Emmet perdió la virginidad en una orgía a los 20 años. Lo hizo, sin embargo, sólo con una teenager übertrola que lloró cuando terminó todo. Siempre recuerda que ahí, en esa misma habitación, estaba su primer mejor amigo. Sí, aquel que le gustaba morder los preservativos de las criadas.

3. Jamila tuvo, en cierta ocasión, a one night stand con un gringo, músico de artista muy famoso. Al pensar que ella era “de la vida alegre”, le pagó 400 dólares; cuando se dio cuenta del error, el gringo pedía disculpas una y otra vez. Jamila no le regresó el money.

4. Yakini era (es) lesbiana pero LE CAGA el porno lésbico (así, con mayúsculas). A veces, cuando tomaba éxtasis, le gustaba hacerlo con Johan. Decía que con las chicas lo hacía por sexo, pero con él era por amor. Johan nunca supo que Yakini aprovechó el match para robar un brasier de la recámara de su hermana menor (a la que Johan quiere y admira, aunque nunca ha podido confesarlo).

SHAME

5. Faxon es un desastre total. Se orinó en los pantalones el primer día de clases en la secundaria. Ni siquiera pudo decir “fue un accidente”. Todos en su familia sabían que era tan subnormal que no aprendió a usar cuchillo y tenedor para partir comida hasta los 13, cuando una amiga se burló de él por usar los dedos (luego le enseñó).

6. Hans podría haber sido su hermano gemelo: en preparatoria, en la clase de Literatura pidieron escribir un poema; Hans no lo hizo y apurado bajo de Internet la letra del Fade to Black de Metallica. También se chupó el dedo como un bebé hasta los 22 años, pero nada tan terrible como el haberse cagado a los 25 años en una concurrida calle del downtown.

7. Ahora Esmeril es, a los 30 y tantos, lo que nunca pensó ser: un pocho al que le da miedo cruzar la frontera y que conoce, don`t ask, el secreto de la Francomasonería críptica del rito Cork.

8. Bunmelle y su trauma por las bragas tuvo origen a los 8 años, jugando Policías y Ladrones en el recreo. Una niña mastodonte la agarró a la altura de la cintura y le jaló tan fuerte la falda y las braguitas que le rompió el tirante de sus Baby Crazy undies. En el baño logró amarrar el resorte y tan, tan. De regreso al salón, la maestra le pidió que repartiera un documento. Caminó más despacio pero la maestra presionaba… Estaba a punto de librarla cuando en el último lugar de la última fila ¡zas! braguitas abajo. Sólo el niño que estaba en ese lugar se dio cuenta. Entonces el pinche escuincle gritó con esa voz gangosa que no puede olvidar: ¡Se le cayeron los calzoneeeeeeeeees!

9. Alika tenía 15 años cuando su familia se mudó de casa. Ella se aferró a usar el baño de su nuevo cuarto a pesar de que todavía estaba en construcción. Entró a ducharse, dejo tirada la toalla y la ropa interior en el piso de cemento. Al salir, se vistió y al caminar hacia el espejo sintió algo moviéndose en sus partes íntimas. Asustada pensó que aquello era peor que la menstruación. Sentada en el retrete, se tocó y sintió una bola que caminaba: una cucaracha. No pudo ni siquiera gritar del asco.

EX LOVERS

10. A los 25, cuando Zawadi dejó la casa que compartía con su ahora ex marido sustrajo dos de sus discos favoritos: uno de los Stones y otro de Bowie. Discos acá, de colección. Lloró mucho en su presencia pero secretamente se alegró muchísimo cuando una semana después le pidió el divorcio. Tras firmarlo, él preguntó si de casualidad no se los había llevado. Ella puso la mejor cara de drama-nostalgia-sorpresa y dijo: Tú me los regalaste pero… si quieres, te los doy… Él dijo, no no, quédatelos. Zawadi regaló uno y conserva el otro.

FAMILY

11. Mauritz engañó a su novia con la mujer de su mejor amigo. Al tronar éstos, la chica se casó con su hermano. Ahora no puede explicarle a su novia porque no pueden asistir a las reuniones familiares sin temor a causar una desgracia cuasi bíblica.

12. Tabita recuerda que cuando impidió el primer intento de suicidio de su madre le dejó de hablar por casi un mes y todo ese tiempo evitó su mirada porque le daba miedo. La segunda ocasión intervino de nuevo, pero no pretendía impedir el acto. Cuando piensa en la posibilidad de un tercer intento, se ve siendo sólo una espectadora en primera fila.

13. Juji asistió toda su vida a colegios particulares y vivió una vida desahogada en lo económico. Lo que nadie sabe es que su papá nunca ha tenido un trabajo regular y quien realmente mantuvo a su familia fue la abuela, ¿cómo lo hizo? Pedía limosna. Otra cosa, el primo Egbert es su medio hermano.

14. La madre de Kasinda tuvo la casa de citas más famosa de la región. Creció rodeada de prostitutas que apenas sabían leer y escribir; mujeres sensuales, sumisas o rebeldes, pero con pleno conocimiento del poder sexual que ejercían sobre los “clientes”. Su hechizo era verlas maquillarse: abrir el neceser, las cremas, las pinturas, los labiales, los perfumes, las medias. Pasearse medio encueradas, fumando, riendo, diciendo peladeces y chistes sexuales mientras Kasinda deambulaba, de 7 u 8 años, sin malicia aparente, en las horas previas de irse a dormir. Desde entonces, cuando va salir, especialmente cuando siente la atracción sexual fuerte con un hombre, ella también deambula en tacones, semidesnuda, fumando, mientras se arregla. Su neceser es más moderno, el ritual sigue siendo el mismo.

CRIME

15. Cuando tenía 10 años Malika encerró a un gato en un tinaco. Era tan bestia como Iggy Pop que a los 13 pasó un par de meses en el tutelar de menores. Ahí le enseñaron qué era la puta vida, supo quién mató a un periodista famoso y se besó con una chica que terminaría como stripper en un bar fronterizo. Afirma que no va a dar detalles truculentos, pero que la paso bien y no se arrepiente.

16. A Aloysius lo detuvieron a los 17 años en un centro comercial de alto standing por shoplifter. Lo llevaron a la Correccional de Menores por unas horas. Ahí, cuenta, aprendió a maldecir en inglés.

17. Elwin empezó chingándose en cómics el cheque que su padre le mandaba para pagar la universidad privada a la que nunca asistió. Luego, tomó y gastó una cantidad considerable de dinero de su primer trabajo; argumentó que lo asaltaron. En otra ocasión necesitaba un trámite rápido en una dependencia municipal y pidió en la empresa una cantidad excesiva para sobornar al burócrata en turno (gastó la mitad en cervezas).

18. Elomille vandalizó el carro a un tipo que maneja un elegante auto negro. Áquel va por la vida con su PUTO! abajo de las placas. Lo hizo por ardida, porque la engañó con tres viejas mientras al mismo tiempo le calentaba la orejita.

GUILTY PLEASURES

19. A Roderick le gustan las corridas, tiene un gusto culoso por las rubias rucas pero bien rucas. Lo peor? En una zona escondida de su sala tiene más 30 discos de Erasure. Pfff, también es fan de The Veronicas.

20. Burke leyó el primer libro de un autor famoso y le pareció terrible. Sin embargo, meterse a fisgonear en su blog se la pone dura.

TEMPTATION

21. A pesar de que Finn desprecia a quienes se aprovechan de su posición como maestros para acercarse a las alumnas de forma sexual, cada vez que conoce a alguna realmente inteligente y hermosa se enamora platónicamente. Pero esto va más allá, la estudia, la observa y aprovecha cualquier ocasión para ver sus piernas, su trasero y todo lo que puedan enseñar. Su enamoramiento no es idealista, se imagina cogiéndoselas, en diversas posiciones, pensando cómo gemirán o que tan guarras podrían ser en la cama. Ha hecho esto al hablar con ellas: las ve fijamente y repite dentro para sí: “quiero acostarme contigo”, a ver qué pasa. Es casado.

(EX) FRIENDS

22. Gotzon dejó de fumar porque está entrenando para ponerle una megaputiza a un vatillo que le ha estado saboteando públicamente. Su único acto de venganza anterior fue deshacer el suéter que tejía su hermana (sospecharon de los gatos),

——————————-

*Este relato apareció en la revista literaria El Perro no. 12. Hay una traducción al inglés realizada por Matthew Bennett de Global Voices Online.

lunes, 20 de julio de 2009

un ensayo para Picnic

Escritura, redes sociales, Michael Jackson y otras cosas del montón


Eres una máquina, eres una piedra, eres una planta, eres un animalito-máquina…”
Disfraz de tigre, Hidrogenesse

1.
Gertrude Stein dijo que cuando uno está empezando a escribir, siempre está bajo la sombra de lo que acaba de pasar y que, en la lucha contra ello, los otros –que ya escribían o seguían haciéndolo bajo una vieja plataforma- siempre percibían una fealdad y algo de resistencia. Me gusta esa sensación de la belleza escondida, de una revolución en ciernes, de secreto guardado que termina en el cubo de basura o en una nota periodística.
Cuando empecé a escribir on-line lo hice primero de forma pausada y después, casi arrebatada y súper eufórica: del copy-paste al live stream-writting queriendo documentar el “ahora”, sin importarme mucho si, como me comentaron muchos amigos escritores, estaba abaratando mi trabajo al ofertarlo de forma gratuita en la red. El tiempo me daría la razón cuando hasta los más escépticos y renuentes abrieron su bitácora.
Blog on, decía sin chistar hace algunos años. En ello se me iba, es un decir, parte de la vida. Era un reflejo de lo que hacia, de lo que vivía, de los lugares que visitaba; un eco de las charlas con los amigos y los recién conocidos.
El blog como interacción, como ruta, como archivo de historias (las fiestas, los proyectos en conjunto, aquella tesis que abandone justo a tiempo).
Crossfader Network nació como mera extensión de mi persona y mis gustos. Pronto se convirtió en mi memoria virtual, en una plataforma en cadena (lo profesional + lo personal + lo público). CN ha sido ese fluir por la vida, sin problemas ni angustia, algo que muta cada cierto tiempo.
Crossfader Network como yo, es.

2.
Andy Warhol siempre insistió en querer ser un robot para no sentir, yo no puedo hacerlo. Quisiera poder conservar mi naturaleza humana con algunas ventajas de la nanotecnología de punta y con la interactividad cercana al download cerebral instantáneo (una memoria RAM upgradable, wi fi de banda ancha y etc.)
Sobra decir que estas alturas no podría vivir sin el P2P (de Soulseek a The Pirate Bay pasando por los mp3 blogs), las redes sociales, youtube, etc. Por eso, es interesante la idea de “inteligencia colectiva” enunciada con cierto humor pendenciero por Taringa! y sitios similares. La búsqueda, selección y ordenamiento de contenidos para compartirlos sin discriminar vía Internet me parece loable en tiempos de un individualismo exacerbado. Yeah, el conocimiento es algo que todos podemos usar al mismo tiempo (Romer dixit); sólo queda esperar el día en que “eso” hits the mainstream.

3.
Lipovetsky, en el prefacio de La era del vacío, externa que cuanto mayores son los medios de expresión, menos cosas se tienen que decir, que el impulso de lo narcisista del acto de comunicación prima sobre el valor de lo comunicado, que no hay nada como el placer de expresarse para nada frente a unos medios (casi) totales.
Para algunos, el asunto de los blogs y las redes sociales se reduce a ser significante para una multitud de pocos (ese contrapunto contra el avasallamiento categórico predominante). Sí, es posible pero tampoco es una verdad incuestionable. Tal vez Paul Auster no se refería a ello en La Habitación Cerrada pero si recordamos que la cuestión no es que Fanshawe se convierta en el centro de la atención, sino que logra encajar, encontrar su sitio. La verdadera prueba, después de todo, es ser como todos los demás. Fanshawe puede ser cualquier bloguero que, después de ser excluido o marginado por un sistema cultural que haya considerado encontrar su posible hogar-plataforma en los intersticios de la red.
Suena brillante, no? Sin embargo, si hacemos caso a un estudio realizado en el 2008, sólo 7.4 de los 133 millones de blogs indexados por Technorati, uno de los principales blog search engines, habrían sido actualizados los últimos 120 días. El dato es abrumador: el 95 por cierto de ellos han sido abandonados, permaneciendo comominucias digitales de un sueño abortado de la New Media.

4.
Es divertido ver como esos conceptos duros y académicos revientan en momentos específicos, haciéndose transparentes incluso para el neófito. Internet es clave para la cultura intersticial que tanto me interesa, aquella en la que alguien como Michael Jackson puede ejemplificar la teoría del caos.
El Rey del Pop crasheó la red (él, solito). Los rumores de su paro cardíaco y la confirmación posterior de su muerte provocaron un furor nunca antes visto en cualquier medio. En internet se vivió live and direct sus efectos: desde Google, intimidado por la demanda repentina de búsqueda de información y acceso a determinados sitios, imaginando un ataque programado por esos hackers sin oficio ni beneficio al shutdown and massive fail de Twitter, Live Journal, Yahoo News, Wikipedia et al.
Se habla ya, en términos de la persona de pie, de una nueva real-time web, de sinergia entre las redes sociales, de una difusión y propagación de información a velocidades no reconocidas por la Media tradicional, de la validez de las fuentes de escasa credibilidad anterior (los portales de cotilleos) y del colapso de nuestro humanidad ante unos sitios que escupen información (ir)relevante de manera exponencial y a quemarropa.
Por eso no es extraño que a escasos minutos del anuncio del fallecimiento de Jackson, se tuiteara un “Con López Obrador, Michael Jackson estaría vivo” y que los RT, los reenvíos contenido acreditados a su autor, empezaran a fluir. Un mash up mediático que une la apropiación irónica y desprejuiciada de la vida política nacional con un negrísimo humor que ya festejaba André Breton.

5.
El lado oscuro del asunto: si hace años, se aprovechaba el anonimato para decir lo indecible, para hacer del cyber-bullyng un deporte extremo… ahora eso ya no es suficiente. Cobijados en ciertas plataformas, han encontrado a sus pares: la red los refleja ya sin máscara. Eso, supongo, es bueno: al enemigo de nuestras libertades hay que (re)conocerlo).
Y así se hacen presentes con todos sus prejuicios a la alza, con la pobreza de su lenguaje, lo reiterativo de sus falacias y la furia del resentimiento mal aplicado. El trato dado en las redes sociales a la niña cocinera del PRD es sólo un botón de muestra.

6.
Anais Nin says: “We don’t see things as they are, we see them as we are.” Siempre me ha gustado escribir y conversar, Twitter, que algunos ven como un multiplayer sms, me permite ambas cosas. No en forma de chat, sino en la de aquellos salones de conversación típicos de la sociedad inglesa o francesa más sibarita. La elegancia en Tuiter tiene que ver con tu capacidad para decir lo que quieres decir del modo más sencillo, conciso y preciso (¿el comeback estelar del aforismo?)
Twitter para los sin-amigos, para los líderes, para geeks ´n freaks, para roba-lonches, para autistas y asociales, para neófitos y expertos; para personas a las que le pesa el gentilicio o el apellido, para clasistas desarraigados y esos que establecen peroratas no sense. Twitter como laboratorio de la quintaesencia de lo real: la subjetividad (rainoverlima dixit).
Sí, seamos claros: Twitter no es terapia, tampoco nubla nuestro sentido de lo moral y nos hace indiferentes al sufrimiento humano como sugiere un estudio científico que fue retomado por la old skool Media. Nuestro cerebro distingue, ha empezado a seleccionar y diseccionar con mayor rapidez, a interactuar con los contenidos y las nuevas formas en que le llegan estos.
Twitter permite y extiende la escritura colaborativa, orgánica, referencial e inmediata originada en el blog. Sin embargo, la metáfora del bar tipo Cheers no explica lo que pasa en Twitter (es obvio que quienes la usan NUNCA han visitado más de un bar). Talleres de micro-ficción, la crónica cotidiana de esa vida minúsculas que llenan cualquier city, relatos escritos en vivo y con público activo, el reporte in situ de una revolución o la exorcización de los miedos ciudadanos son sólo algunos de los usos prácticos vistos los últimos meses. Con ello, llega una manera de agilizar y actualizar los lazos vía software que ayudan a la acumulación de capital social. It´s, Bourdieu goes pop 2.0 (again), ¿el campo de batalla? Nuestro tiempo.

7.
Momus, el peculiar cantante escocés, advierte: “Don’t go straight! Get weirder and more experimental!” Pues eso, the cyberspace is our place (yet-also).

Te Gusta. Comparte este link.

------------

Este texto apareció en la revista Picnic.

sábado, 20 de junio de 2009

space invaders

Alguna vez esto fue todo para mí. Sin ser nostálgico, dejo atrás la culpabilidad sin ritmo y los ensayos de una vida acomodaticia que no recuperará la intensidad interactiva de nuestra euforia inicial.
Sí, la primera vez. ¿Recuerdas? Tú y yo sentados en el sofá. La curiosa habitación roja que ahora mismo intentas olvidar. Yo recuerdo bien ese día: Tus polaroids de chica (in)feliz sobre el buró, mis trece años en un puño y una canción de Blondie que nos uniría en una mala copia de los pasitos new wave que veíamos juntos cada sábado en American Bandstand.
Your hair is beautiful tonight, dije.
Memories can´t wait, contestaste.
No hay secretos en este juego. Todo es tan sencillo, decías. Disparar a quemarropa y desplegarse hacia otra dirección con el orgullo adolescente intacto. Cuestión de apuntar el cañón y acertar. Espera, ya casi lo tengo. Tú y tu abrazo calamar. Los errores de novato y tu risa pequeñita. Sí, esto no era Lemon Popsicle.
Dos vidas, otro intento cangrejo.
Tú eres quien falla, no yo.
Amar lo extraño que parece cercano, la tensión sexual que provoca esa conexión de chico y chica en los suburbios de una city cualquiera. Woo-hah! Got them all in check! Soy un héroe, el botón que dispara tus insultos mata-marcianos. Tras un golpe de suerte, la posibilidad del hi-score por la caída exponencial de esos enemigos alienígenas que, en su concepción original, eran tan parecidos a nosotros. Matar o morir, aprender a esquivar y engañar como si viviéramos en Shibuya 1980.
Una vida, last chance to score (again).
Estéreos y alarmas, pulso infame en el sector inferior de nuestra relación. Nuestra vida monocromática ya no daba para más, yo intuía la próxima derrota, sin escudos cósmicos que nos defendieran de la rutina que arruina y que nos convierte en polvo en medio del ruido. Maldita monotonía de 8 bits y bleeps.
Adiós a la partida perfecta. Ya no éramos los mismos, en nuestras manos se podían observar los estigmas de la diversión y nuestra mente pugnaba a destiempo más concentración, horas de dedicación, algo de empeño para lograr establecer un nombre y un puntaje en el top de un corazón manipulador.
¿Transfiguración o madurez? No lo sé, si quería salvar lo nuestro tendría que cambiar de estrategia, entender la lógica de tu evolución, creer en cualquier otra cosa. No lo logré, eras tan absorbente como un pulpo que ni desmaterializar el ovni rojo me salvaría de años de depresión. Desconsolado, tras tu partida, tiré la consola.
Ahora, muchos años después, vuelvo a jugar en línea Space Invaders e intento disfrutar la experiencia con cierto abandono. Ni modo, la vída sigue siendo injusta: casi siempre obtengo como resultado un “Game over. Insert another coin”.

----------
Este relato apareció en la revista El Perro

jueves, 21 de agosto de 2008

MORRISSEY CIERRA LOS OJOS

MORRISSEY CIERRA LOS OJOS

En tiempo real, recuerda el temblor y lo inusual del trayecto, el quedarse solo después de hacerle el amor a una multitud que imagina que no hay nadie en el mundo como él. Una taza de té, algo tan inglés, sobre la mesilla del último hotel intenta, sin conseguirlo, describir una escena habitual
Hay un faltante de carácter emocional en este estado de situación. Sí, lo sabe: la contabilidad nunca ha sido su fuerte; ahora mismo, sufre al darse cuenta que hay cosas que desconoce y que pervierten la sensación de ser “así”.
Otra gala más, el furor de las primeras filas, la adolescentricidad como imperativo social y su postura de viejoven atractivo y seductor carcomida; hay menos I love you que antaño, más peleas y comentarios maliciosos que intentan penetrar la piel de cocodrilo de un actor en fuga. La fiesta de hoy se convierte en un eslabón perdido entre los hooligans pendencieros y las poses sudorosas imperceptibles en aquellas películas de los 50s que veía en la televisión. Su vida como eterno re-run, un strip-tease emocional que ya, en estos tiempos cínicos, da igual. Él sabe que la sinceridad actual es como el estribillo de una canción pop: un distractor que emociona y confunde.
Confirma que sigue siendo un héroe para exiliados del mainstream, algo que ayuda a romper la anestesia y el control, la punta de lanza para lo que vino detrás. Sí, algo ha cambiado en estos años, el futuro le dio la razón (a medias). Algo preocupado, Morrisey mira a su alrededor, todo lujo y, sin embargo, sigue sintiendo la misma miseria imantada por quemar. Su tan alabada y reconocida ambigüedad intenta sacarlo de quicio. Años marcados por la diferencia entre el traje de diseñador japonés que ahora cuelga en el closet y aquel cardigan roído que llevaba sobre los tejanos deslavados. Un detalle peculiar: permanecen las gladiolas como souvenir de otra época, tan festiva como lejana, entre el destello del fan tradicional y la falsa tranquilidad que viene después de una risa fingida y el enojo por citas mal referenciadas. Apariencias.
No puede respirar, sale al balcón. Esta ciudad, cualquier ciudad, es hermosa vista desde arriba. Es tan difícil sobrevivir la distancia y el gusto refinado que lo trastoca todo. Lo merece, piensa. Ha pasado por tantas cosas: escuelas sin creatividad y una infancia sin más amigos que los libros; tiempos de arrebatos y obsesiones de adolescente tardío; las tardes sabatinas elaborando chart semanales alternativos a los reales y los paseos con chicas raras que lo único que poseían eran weirdreams para compartir; la habilidad de escribir a puntillas una suerte de manual de auto-ayuda que no respeta las leyes no escritas en los suburbios. La debilidad es, para otros, la fortaleza del espíritu.
Si pudiera salir, si quisiera salir. Si tuviera un poco de voluntad ahora que tiene una tarjeta bancaria con el crédito suficiente para pagar la borrachera a todo un contingente de chicos y chicas que asisten a sus conciertos. Pero, por alguna razón que no conviene escarbar, queda la misma patología, el asco social, el temor de que descubran aquello que marca la diferencia y volver a escuchar las burlas y los cotilleos de giallo magazine. A destiempo, las oportunidades caen y revientan.
Intelectualizar cualquier situación, a veces, está de más.
Entra al enorme baño, se desnuda poco a poco. Necesita algo más que agua caliente para mitigar el cansancio, para desconectarse de todo. De reojo, se ve en el espejo. Se detiene un poco en ello. Esto es lo que hay. Desnudo y sin antorchas que defender, reflexiona en el enorme daño que hicieron los Ochenta. La fugacidad de la amistad, el golpe bajo de una traición, el tipo de escarnio público que mermó la auto-estima de Wilde, eso que resquebraja cualquier posibilidad futura de reunión. Entre la inquietante promesa de aquel “Marry me” y el “Fake” resentido hay mucho camino recorrido.
Lo que había se quemó por ambos lados y por en medio. En estos tiempos-crucifijo, el dinero no importa nada y “nunca” se convierte en algo más que una palabra que se dice en un momento de ofuscación, cuando se convierte más en una señal de que uno ya ha perdido ese loving feeling.
Justo antes de meterse a la tina, Morrisey piensa en su barrio, en aquellas noches cuando apagaba las luces antes de que los gatos bailaran el twist habitual y sus maullidos partieran de tajo una tranquilidad de clase obrera; recuerda la mañana colegial siguiente y el double decker bus en pendiente elevada, su vida de chico pobre, opacado y mira-zapatos; su posterior refugio en el envío de cartas-reclamo a los music weeklies y un fanatismo exacerbado por las muñecas de Nueva York. Piensa en por qué nunca escribió un tema como “Holding hands & fall in love again.
Cansado, Morrissey cierra los ojos e intenta soñar con un millón de posibilidades.