Aparece cuando menos la espero, siempre de improviso. Cuando la veo acercarse tan cándida, dispuesta a cortar de tajo mi tristeza con su euforia automática, no puedo dejar de sonreír agradecido. Ella es un alegre aguijón, la palestra, el patio de una iglesia, el verano de ensueño, los discos de breakbeat que tanto disfruto. She’s all I need, algo que me acompaña sin disculpas a buscar un nuevo significado para toda esta guerra de manipulación y artificio.
A veces siento que es terrible estar atado a tanta dulzura. Afuera, la gente pelea en el bar de siempre, vomita en el freeway o sufre asaltos a punta de naifa en la oscuridad de un callejón. Aquí dentro, con una tristeza infinita o en medio del anárquico desconcierto, aprovechamos el tiempo que nos queda por vivir para disfrutar juntos los golpes de amor que nos propina nuestro hogar. Con ella, todo; sin ella, nada. [Todo es aburrido hasta el ver extasiado las maravillas que anuncian a través de los infomerciales]
Su candidez está guiada por la sinceridad, su oferta es una de ésas que penetra al banco, lleva un papel y se marcha tranquila con todos mis esfuerzos. Me tiene atrapado, aún cuando se supone que no tiene voz, con su oferta fantástica de «La vida es diversión». Su canto de independencia y búsqueda me eleva y, por momentos, todo mi ser conecta con algo más profundo que los consejos bienintencionados pero inútiles o me lleva a ese sorpresivo despertar en el hospital; en otros, su presencia me da la fuerza para sobrevivir en esos momentos cuando los amigos me gastan la oreja con lamentos, rumores y sueños metálicos que sugieren que hay algo de positivo en el fracaso [Todo eso que aspira a una sensación de prórroga].
Ella me remite a pensar que cada cual es una historia, un momento equivocado, una razón más por lo que ya no se cree en nada. Algo estúpido y superficial, exagerado como tira cómica de homicidios perpetrados por una tímida figurita hecha a lápiz, la voz del ídolo que todos aclaman, el que incluye y excluye, el que reporta los intereses más genuinos para validar los más extraños. Un pasaporte expirado hacia una inmunda y uniforme felicidad. The living end.
Alguna gente me dice que ella es un episodio de desilusión, talento perdido que dejará un enorme hueco en mi vida; que me lleva justo a donde nadie quiere ir, la parte salvaje de una añeja maldición, algo que no ha dormido por semanas. No puedo evitar recordarles que ambos caímos enamorados tras un beso químico, que nuestro encuentro es una forma de empatía y control, que hay unidad en la apertura y diversidad en las intenciones; que yo no sacrificaría nada para depositar la fe en algo, pero que ella me permite cruzar la barrera, estremecerme y después, como nadie antes, dejar de sentir miedo. Justo lo que necesita un muchacho como yo, alguien que siempre estuvo triste.
Por eso, a pesar de todo y todos, ella es tan adorable.
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revisión 2004: Another hit. Una declaración de amor profundo y una apología a todo aquello que nos hace dependientes. Basado en una historia real. El amor a veces no es lo que parece.
viernes, 3 de diciembre de 2004
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