anse is dead, jimmy is dead, javi is dead
Jodida coyuntura. Pégate un tiro, grita por la falta de estructura, abraza a un freak, inventa una guerra. Agita hipócrita la bandera de lo que quieras, cruza la frontera vs el fracaso, la resaca nos refrescará hoy con un poquito de dolor. ¿Un fix religioso, equis material, a good/bad relationship? Don’t choose anything, dispara, dispara. El manual del usuario no contenía soluciones, adversidad es el nombre de la puta que nos acompaña, la interface que nos dice >>>Delete yourself. El baile la poesía del vinilo el fax o las neuronas que perdimos en la ruta shoegazzer aquella que seguimos branquias bajo el agua envenenando las historias ligadas por negras sorpresas y la subcultura made of stone –ces petits riens- que juramos nunca revelar.
cathy is dead, cynthia is dead, pedro is dead
Preppie, loser, gente de éxito, the shame of the city. Soñando una fuga, el fingir indiferencia por una ausencia amistosa, eterna búsqueda y negación del valor positivo inherente en todo fracaso. Olvidar o no, las postales que recibíamos cada otoño de lugares extraños, las confesiones de “Shake the tree” y los poppers; el acoso de las buenas intenciones, las vueltas del destino y la culpa católica que nos persigue a todo sitio al que asistimos; las charlas con mamá, los consejos de papá, sus ilusiones tan brillantes como billboards del futuro. >>>Nothing ever changes.
sal is dead, adriana is dead, rosita is dead
Don’t be shy, es sólo el comienzo. Todo es tan inútil como la celebración de mediocres cumpleaños, de los ecos rebeldes en las enciclopedias de antaño y el trauma económico que se sufre sin remedio. Un mal diseño existencial o la remota posibilidad de huir, de resistencia fortuita, de vencer el drumbeat de niño interior, de sobrepasar los límites, de reírse al conseguir lo anhelado uno de estos días. De convertir la vida en algo más que un intento trasvestido que se diluye mientras suena nuestra canción favorita: People who died.
pablo is dead, max is dead, pepe is dead
El pasar de otra gente, confusión. Sin dinero, con dinero. Escuchando, viendo, sintiendo una ligera señal de triunfo. Too fuckin’ happy o embarcados en el ride de sepa Dios qué ruedas y crueles historias. Just a moment, please. Cambio de canal, chit-chat nocturno, domingos en casa, imágenes y trips que dan la nota. Somos los únicos que recordamos la peor película de la historia: la vimos en aquel verano de indecisión, tirados en nuestro interactivo pesimismo. ¿Lo recuerdan? >>> Lo drencrom ya no funciona, las risas son el reflejo acomodado en las revistas, un minidisc portable que graba nuestras más íntimas conversaciones, la penúltima moda que nos alcanzó en el bus de grito uniforme, disparates, el calor del radical house, la sensación dispersa que nos une y separa, la maldita velocidad. Everybody hurts.
rubén is dead, mario is dead, claudia is dead
Desde el acantilado everything parece frágil ansiolíticos post-consumismo exagerado relativa angustia posiblemente lo sea esquivando el golpe las parejas la vuelta social el derroche de small town la crisis el mentir como pose los envases de cervezas los e-mails que nunca se contestan pogo pendenciero los faxes la brutalidad sobre otras rutas el presupuesto de atracción el software bassifondi nuevo delicatessen el practicar del sexo inseguridad la noticia del día “Lo demás no importa” todos derrotados el abrazo final el temor a perdernos después la fantasía la comida congelada los deseos todos amarrados la euforia el volver a lo mismo moldear el compromiso despegar en las noches o conformarse con tres minutos un segundo el tiempo que pasamos juntos la tarjeta que se vence fin de mes todos on-line el oficio salvaje los años de “Obedece tu fe” lullaby neofascista una camisa de fuerza la visita inesperada Why...? era la pregunta
itzel is dead, sergio is dead, charlynne is dead
Maravillados por esto y aquello dislexia chill-out vivafamiliar las promesas porvenir incierto hip hop de marcha esos olores lujuria libertad condicional y planes que nunca se llevarán a cabo rebelión o violencia todos mensajes de frustración sueños e intenciones que masturban el miedo la familia tierra negra panorama en ruinas un reality show todos sufriendo tristes erecciones y vaginas en cólera imposible ruptura la obsesión el presente que nos ahoga modernos videogramas fotos de top models drinking & fucking camino libre velocidad ecos del hardcore inercia stop detrás de la mirada puta soledad “Jesús te ama” un anuncio glitter melancolía burguesa a fine day todos flotando en el espacio sintiéndose brand new talismán >>>don’t give it up. La felicidad es un alegre ritmo que nos dice “Ven a sentir el ruido”.
víctor is dead, gracie is dead, efrén is dead
Todos mis amigos se divierten sin sentido. Danny, gurú metálico en proceso de liquidación, decía que la droga era su vida mientras punteaba oportunidades en la pista de baile. Julio se prodigaba en la fórmula de presión para recuperar, buen toque y juego armónico como ejercicio de adoración. Bobby renunció grogui al sueño que casi conquistó, ahora pide el regreso de noches y weekends que estúpidamente dejo pasar. Todos mis amigos añoran algo que en el camino se perdió. Dee dee, maquillada para un día hermoso, intentó desesperada brincar desde el gran puente pero sólo pudo gritar con cierto desencanto: ¡Cómo duele el conformismo! Carlos apostaba por dejar en claro su ambigua sexualidad, cool waves de pura electricidad. Luis sólo borracho, o en la noche inventada, decía las cosas que realmente sentía. Todos mis amigos apuestan a ganar y esperan ansiosos que algo se queme para volver a ocupar un lugar en el pasado o estrenar posición en un presente que se nos acaba. Gerardo abandonó la city pensando que eso lo haría mejor; Diana regresó sin hope sintiéndose peor; Katerine decía que si en la pelea perdió un par de dientes, la culpa había sido suya. Todos mis amigos se preguntan: ¿Qué hacemos aquí? ¿Cuál es el sentido de todo esto?, etc.
lili es dead, junior is dead, rafa is dead
Siempre fuimos buenas personas, autoestima de rascacielo, risa y euforia en los ojos, casos difíciles que conocíamos algunas cosas y otras no, en picada por afterhours interminables y tardes de karaoke, años perdidos entre sus mentiras y nuestra ironía >>> going down. Ya no hay sitio a dónde ir, la vida se convirtió en una enorme bodega vacía y ahora, tras acabarse la penúltima fiesta, todos nos sentimos víctimas una vez más.
Sorry, my friends. We lost.
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revisión 2004: Con la muerte de Claudia Franchini cambian tantas cosas. Antes esto era una afirmación de la posibilidad de dejar atrás personas y situaciones; hoy, es un listado de personas imprescindibles en mi vida.
Este texto primero apareció en formato de flyer para una lectura a la que no asisti en la Feria del Libro; luego, se publico en la revista angelina PUB.
lunes, 27 de septiembre de 2004
lunes, 20 de septiembre de 2004
15. Paraké
Lejos de todo, sin impulsos hardcore, recreamos el presente al ritmo minimal que dicta una drum machine. Atesorando el ahora, subiéndonos al tren de la autoindulgencia, imaginando paisajes, un puzzle perfecto. Cansados de preferir la (in)seguridad del ensueño, de atestiguar esa compra-venta que no termina por efectuarse, apostando por un golpe de calor que borre nuestra estupidez al no reclamar una esperanza abandonada, eso que marca nuestra esencia. Pensar que hasta hace poco la felicidad era una pastilla, grandes líneas, marcas de agua prodigiosa que celebraban el (des)encuentro de las cosas que dejamos atrás.
Para vivir el engaño hay que creerlo.
Tenemos la sospecha que el momento actual es un cúmulo de problemas que nos atosigan, vestigios de adolescentricidad sin concesiones, la incapacidad de aceptar la falta de un diálogo interno, el catalizador revolucionario de lo que debiera ser y nunca es, un atajo para perderse en algo que se parece cada día más a nuestra vida y que finalmente nos cambia. No hay que subestimar el poder de la negación.
Los deseos del cuerpo son lágrimas.
Nadie es lo que dice ser, suceden tantas cosas a la vez. Es sólo un inútil esbozo por la búsqueda y conexión del fracaso como algo positivo. Punk rock implosion. La soledad es una asignatura que hay que aprender pronto a enfrentar; sin embargo, no se puede alejar lo que nunca estuvo cerca, ni querer volver a tener lo que nunca fue nuestro. Hay situaciones en las que es mejor –eso que aconseja el manual del usuario- meter el alma hasta el fondo para convertirla en un ejemplo de estoicismo que cruza ilusiones y paga tarifa fija. Fuck this and that.
Nuestra muerta juventud.
Una cursi historia telegénica para ser vista en grandes pantallas y sonido digital. El final de la broma que se escribe al revés, el reflejo de una maldita época que nos destruye en charlas confusas y sesiones de repeat & repeat. Hechos polvo, todas las señales que hay en el camino nos llevarán a la misma conclusión: Conocer es (des)amor. Demasiado obvio, un paso necesario pero no redituable, lo que se debe hacer y ya. Dejar de anhelar todas esas cosas que hacen mentir a Dios en contra de sí mismo, renegade fuck. En perspectiva, todo se ve mal cuando se recuerda bien, cuando hay opiniones contrarias que trascienden, cuando las personas tienen el mismo valor de las noticias.
Ey! Hay gente que nadie espera.
Sin saber a donde ir, nuestra mente es un frágil edificio cuya estructura está a punto de ceder. Un idiot savant que ve pasar los días sabiendo que todo es (ir)real y que da igual. Atrapados en una especie de confinamiento dócil y aburrido, perdidos ante el close-up de papel tradicional. Sedados, esperando que alguien comparta la caída y extienda la mano al pobre asesino que llevamos dentro o que nos proporcione un poco de valor para enfrentar sueños y hallazgos antes del desastre.
Somos muñecos de cuerda, complejos de diversión, electroseducción, ansiedad on-line. Podemos cambiar de ideas sin un asomo de asco o pudor, pero el feeling desesperanzador permanece. ¿Tú temor es el mismo que el nuestro? Lo imposible es lo que se reclama, captar más cosas y hacer algo con ellas. Subversión, confort, velocidad, confusión, tics de burguesía, sexo, necesidades construidas, influencias y diferencias, seguridad, invención de juegos y sonrisas, ¿qué más da? Nuestro pequeño argumento, dudas cíclicas y angulares, nula posibilidad de recuperar el tiempo que se pierde odiando aquello que no siempre dura lo pertinente. Objetivo y significado, teorías sobre el desencanto, lo que importa. Sin aviso, llega la verdad.
La vida es así: un disparo y punto final.
¿Qué va a cambiar entre el día de hoy y mañana? Algo, todo, nada. Nevermind, las cosas pasan por una razón. A veces no pasan por la misma razón. Estamos hartos de ser razonables. Si no te haces preguntas, no te decepcionas. La mayoría de las veces todo nos decepciona. ¿Darnos cuenta! Fuck, ni siquiera lo entendemos.
Whatever.
Para qué queremos preguntas, para qué queremos respuestas, si ya sabemos que de lo que pasa no tenemos ni puta idea.
Game over!
Game over!
Game over!
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revisión 2004: Mi acercamiento al campo de batalla. Too many samples para anotarlos (desde Luis Arcaraz a Baudrillard, de los tv shows a Houllebecq)
Para vivir el engaño hay que creerlo.
Tenemos la sospecha que el momento actual es un cúmulo de problemas que nos atosigan, vestigios de adolescentricidad sin concesiones, la incapacidad de aceptar la falta de un diálogo interno, el catalizador revolucionario de lo que debiera ser y nunca es, un atajo para perderse en algo que se parece cada día más a nuestra vida y que finalmente nos cambia. No hay que subestimar el poder de la negación.
Los deseos del cuerpo son lágrimas.
Nadie es lo que dice ser, suceden tantas cosas a la vez. Es sólo un inútil esbozo por la búsqueda y conexión del fracaso como algo positivo. Punk rock implosion. La soledad es una asignatura que hay que aprender pronto a enfrentar; sin embargo, no se puede alejar lo que nunca estuvo cerca, ni querer volver a tener lo que nunca fue nuestro. Hay situaciones en las que es mejor –eso que aconseja el manual del usuario- meter el alma hasta el fondo para convertirla en un ejemplo de estoicismo que cruza ilusiones y paga tarifa fija. Fuck this and that.
Nuestra muerta juventud.
Una cursi historia telegénica para ser vista en grandes pantallas y sonido digital. El final de la broma que se escribe al revés, el reflejo de una maldita época que nos destruye en charlas confusas y sesiones de repeat & repeat. Hechos polvo, todas las señales que hay en el camino nos llevarán a la misma conclusión: Conocer es (des)amor. Demasiado obvio, un paso necesario pero no redituable, lo que se debe hacer y ya. Dejar de anhelar todas esas cosas que hacen mentir a Dios en contra de sí mismo, renegade fuck. En perspectiva, todo se ve mal cuando se recuerda bien, cuando hay opiniones contrarias que trascienden, cuando las personas tienen el mismo valor de las noticias.
Ey! Hay gente que nadie espera.
Sin saber a donde ir, nuestra mente es un frágil edificio cuya estructura está a punto de ceder. Un idiot savant que ve pasar los días sabiendo que todo es (ir)real y que da igual. Atrapados en una especie de confinamiento dócil y aburrido, perdidos ante el close-up de papel tradicional. Sedados, esperando que alguien comparta la caída y extienda la mano al pobre asesino que llevamos dentro o que nos proporcione un poco de valor para enfrentar sueños y hallazgos antes del desastre.
Somos muñecos de cuerda, complejos de diversión, electroseducción, ansiedad on-line. Podemos cambiar de ideas sin un asomo de asco o pudor, pero el feeling desesperanzador permanece. ¿Tú temor es el mismo que el nuestro? Lo imposible es lo que se reclama, captar más cosas y hacer algo con ellas. Subversión, confort, velocidad, confusión, tics de burguesía, sexo, necesidades construidas, influencias y diferencias, seguridad, invención de juegos y sonrisas, ¿qué más da? Nuestro pequeño argumento, dudas cíclicas y angulares, nula posibilidad de recuperar el tiempo que se pierde odiando aquello que no siempre dura lo pertinente. Objetivo y significado, teorías sobre el desencanto, lo que importa. Sin aviso, llega la verdad.
La vida es así: un disparo y punto final.
¿Qué va a cambiar entre el día de hoy y mañana? Algo, todo, nada. Nevermind, las cosas pasan por una razón. A veces no pasan por la misma razón. Estamos hartos de ser razonables. Si no te haces preguntas, no te decepcionas. La mayoría de las veces todo nos decepciona. ¿Darnos cuenta! Fuck, ni siquiera lo entendemos.
Whatever.
Para qué queremos preguntas, para qué queremos respuestas, si ya sabemos que de lo que pasa no tenemos ni puta idea.
Game over!
Game over!
Game over!
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revisión 2004: Mi acercamiento al campo de batalla. Too many samples para anotarlos (desde Luis Arcaraz a Baudrillard, de los tv shows a Houllebecq)
viernes, 17 de septiembre de 2004
16. rollercoaster
las cosas no iban bien.
A veces sucede así, otras no. Cansados de esperar a que algo pase, dispuestos a todo sin saber a que, pensando cuando fue que nos equivocamos de dirección, en que esquina de la city perdimos todo eso —metas, ideales, sonrisas, ejercicios de amabilidad, viejos amigos— que guardábamos para un día de paz. Los acontecimientos ocurren a cierta velocidad, son cosa del azar o infortunios del deseo de agitar y provocar a cinco tipos de cuidado. Subir y caer se convierte en algo habitual, como si fuera parte de un ciclo a seguir por obligación e innata convicción, la propuesta que se repite y repite ad infinitum como la nota gancho en la promoción de los infomerciales que tanto nos aburren de madrugada. Una sensación que nos divide y explora sin cesar.
¿por qué cuesta tanto tomar una decisión?
En un instante de claridad todos queremos respuestas justas para preguntas mal planteadas. Sin importar lo que hagamos o a donde vayamos, la idea de estar en un atasco emocional nos persigue, la maldición de la que hablaba Chomsky se vuelve contra nosotros. Buscando un núcleo de esperanza, conocer que un loft no es la ampliación de vida genuina, constatar que todo es apariencia: miseria urbana, cambio de look, llamadas en espera, libros de auto-ayuda, portales de antagonismo progresivo, listas de popularidad, tardes de encuentros fortuitos, balas de conformidad para cinco tipos de cuidado. Antes tuvimos la sospecha que nunca nada valió la pena, ahora lo sabemos de primera fuente. Whatever.
¿qué le pasó a los finales felices?
Hay cosas que nos hacen sentir culpables sin saber por qué; hay otras que, tras perderlas, se empeñan en recordarnos, no sin cierta timidez y a veces con algo de inútil gedogen, que tan importantes fueron para nosotros. El juego es simplemente hacer lo nuestro, dominar el rebote de los actos espontáneos y el driblar de las horas, cuestionar las estrategias determinadas por una temporada atroz, hacer las transferencias adecuadas y acercarnos cada momento a la mejor ocasión, llegar a ella sin retardos ni excusas. Es difícil hacerlo sin aceptar esos pequeños errores de cálculo que acortan las ventajas antes logradas, sin tomar nunca en cuenta las ocasiones en que nos deslizamos en el borde del perímetro, cuando se buscaba una salida de emergencia para cinco tipos de cuidado porque sí y porque qué más da buscar el impacto —lo inesperado suele ser mejor—, una posible colisión que acabe con todo y con todos. El fracaso, a veces, nos deja algo positivo.
¿alguna vez te has sentido atrapado?
Una caída con los ojos cerrados. El grito es un pretexto, tan sólo eso. Una fiesta, apoyos o fondos de retiro, una grieta por donde escapar. Días y noches enteras pensando que se puede encontrar la forma de decir las cosas que debemos decir, eso que realmente nos importa, sin lastimar ni implicar a nadie más. Algo inútil: nos olvidamos que lo que uno dice puede, en determinado momento, ser el arma con la cual el destino nos disparará. Conceptos elevados a los cuales no podemos corresponder, falsas esperanzas, mapas conceptuales, proyectos de vida distantes, bifurcación de caminos, cinco tipos de cuidado, deseos que sólo son eso, melancolía y frustración. Plegarias sin atender, un hueco interior, voces que no se callan como los dedos de la mano de aquel pobre tipo —gringo, veterano de alguna guerra química, paranoico y sonriente— que se acercaba éstos al rostro para implorar su silencio con un nervioso murmullo. Podemos entenderlo: en nuestra cabeza también hay demasiado ruido para intentar comprender de manera racional lo que ocurre [la desesperación no es, por lo visto, en estos casos una buena idea].
Up & down very fast
Hay quien dice, no sin justa razón, que es bueno que nos duela el cuerpo, eso indica que podemos pensar en otras cosas; quizás, pero el desconsuelo, al igual que la calma o esos cinco tipos de cuidado que nos mortifican sin cesar, es una cita a ciegas que tarde o temprano sabemos tendremos que cumplir. Sin embargo, nos equivocamos por completo al creer que iba a ser fácil cortar de tajo una historia —breve, si se quiere— en común. Se nos esfumaron las decisiones. Aquello se desperdigo sin autorización, creció sin control, sin fecha de caducidad. Desafiante e intransigente, sin escuchar palabras ni entender razones, tiro ancla y echó a rodar los dados que nos permitieron llenar de emociones intensas una vida aparentemente vacía, lidiar con el dolor de todos los días y someternos a la repentina cantidad de risas que nos hicieron sospechar que un futuro próximo ya nada sería así. Se nos esfumaron las opciones. No podemos evadir nuestra responsabilidad como tampoco creer el dogma ese de que lo que posees terminará por poseerte aunque sabemos que es una verdad tan cierta como nickel.
Casi en bancarrota, apenas nos queda aliento.
Conversaciones interrumpidas por el ir y venir de la multitud; por la incapacidad para entender que la vida no es simplemente un espectáculo en circuito cerrado que se transmite en directo; por los gritos irritantes de un manic street preacher cuyo mensaje es un punto muerto en nuestra tormenta diaria. Algo irónico si tomamos en cuenta esas noches dedicadas a ver nuestro look de pelea en los cristales de los autos, platicando a la deriva, en camino a ninguna parte o con la esperanza de que la lluvia, fiel compañera de soledad requerida, sirviera de algo y que arreciara con furia dentro de nosotros para no tener que taparnos el rostro. Es obvio que todos encontramos algún motivo adecuado para rendirnos cuando lo creemos necesario, algo normal que puede significar la oportunidad para dar un paso atrás y volver a empezar. Podría ser lo mejor, lo que aconsejan cinco tipos de cuidado ante el peligro de inminente desastre pero, sin saber a ciencia cierta el porqué, no queremos alejarnos, no podemos hacerlo. Tenemos miedo de perder algo en el camino o simplemente, perderlo todo. ¿Es esto lo más cercano a matar nuestras ilusiones? Si tan sólo pudiéramos después recordar esto y reírnos como antes.
Advertencia: No intentes cambiar el curso de la montaña rusa.
Subimos juntos al ride, freaks de categoría especial por el simple hecho de ser quienes somos: chispazos de felicidad, preocupación eterna, melodías para noches sin sueño, el reclamo del triste payaso solisiano, cinco tipos de cuidado, un sample que nos recuerda continuamente “This is your life”, el lugar donde ocurren las cosas, personas interesantes que aparecen en la soledad y cuya proximidad es todo lo que se necesita. Las gafas que usamos son solamente un guiño, un seguir de rutas impuestas por casualidad o la forma de evitar los designios de un Dios con pésimo sentido del humor, una forma clara de decir: “Nadie supo ganar” Nuestra visión de las cosas es otra, decidimos no decidir o, al menos, eso parece.
parar es algo que ya no podemos hacer.
Las gafas sirven para aparentar que se mantiene el ideal de bienestar y orden por seguir; relativistas ad-hoc, guardamos la distancia necesaria que se indica en el manual del usuario. Lo nuestro es imperfección, un querer darse el lujo de vivir y dejar que el tiempo nos cure las heridas sin tener que hacerse la pregunta: ¿Quién diablos nos quitará las jodidas banderillas? Nuestra conciencia está en un Post it color amarillo, nuestra identidad está ligada a un juke-box personal que repite tanto los temas que cantamos en los momentos felices como aquellos otros que reflejan nuestra fase más low. Entre el futuro y la calle, la contradicción como signo: el no saber que hacer es algo muy recurrente por aquí, rechazar los cinco tipos de cuidado, una despedida que no quiere ser, un click constante a la oferta interactiva de la frivolidad o un desafortunado brincar oportunidades, recostadas en la calle, como si fueran parte de aquel juego infantil de tiza y papel mojado. Algo tan engañoso que ni la más firme voluntad puede evitar.
Sólo queremos seguir, dar vueltas y volver al espacio.
Hay que señalar que somos exactamente todo lo contrario a lo que dice la gente que somos o fuimos. Cinco tipos de cuidado. Can you understand that? En última instancia, puede que lo que ocurre no sea más un cutrieslogan para rematar, la faribolesca idea del paraíso perdido o simplemente el hecho de que esta mañana, al despertar, la tristeza nos mostró su espalda malsoñante, reflejo insólito del “Tú no hubieras podido”. Así son las cosas y no de otro modo. Nos falta tiempo, nos sobra tiempo para las interminables pláticas que acaban siempre con aquello de “ya no quiero hablar”. Al parecer se ha dicho todo y, sin embargo, no se ha dicho nada. A veces nos damos cuenta que las palabras no sirven, que éstas no logran atrapar ese einfeuhlung extraviado. ¿Hueles el peligro? We have explosive. No decepcionaremos a nadie cuando lleguen los malos tiempos. Suponemos que, después de todo lo expresado, ya no hay nada más que decir. [Lo mejor de nuestra vida aún está por ocurrir]
by the way, it’s not unusual to think about it.
---------------
revisión 2004: Demasiado personal, demasiado visceral. A good friendship yéndose al carajo. Sin poder evitarlo, casi sin darse cuenta. Me sigue pareciendo genial la cita de Chomsky. Viajes a USA, películas en VHS, largas pláticas para tratar de entender lo que ya se fue, mp3s. Uno de mis textos favoritos.
A veces sucede así, otras no. Cansados de esperar a que algo pase, dispuestos a todo sin saber a que, pensando cuando fue que nos equivocamos de dirección, en que esquina de la city perdimos todo eso —metas, ideales, sonrisas, ejercicios de amabilidad, viejos amigos— que guardábamos para un día de paz. Los acontecimientos ocurren a cierta velocidad, son cosa del azar o infortunios del deseo de agitar y provocar a cinco tipos de cuidado. Subir y caer se convierte en algo habitual, como si fuera parte de un ciclo a seguir por obligación e innata convicción, la propuesta que se repite y repite ad infinitum como la nota gancho en la promoción de los infomerciales que tanto nos aburren de madrugada. Una sensación que nos divide y explora sin cesar.
¿por qué cuesta tanto tomar una decisión?
En un instante de claridad todos queremos respuestas justas para preguntas mal planteadas. Sin importar lo que hagamos o a donde vayamos, la idea de estar en un atasco emocional nos persigue, la maldición de la que hablaba Chomsky se vuelve contra nosotros. Buscando un núcleo de esperanza, conocer que un loft no es la ampliación de vida genuina, constatar que todo es apariencia: miseria urbana, cambio de look, llamadas en espera, libros de auto-ayuda, portales de antagonismo progresivo, listas de popularidad, tardes de encuentros fortuitos, balas de conformidad para cinco tipos de cuidado. Antes tuvimos la sospecha que nunca nada valió la pena, ahora lo sabemos de primera fuente. Whatever.
¿qué le pasó a los finales felices?
Hay cosas que nos hacen sentir culpables sin saber por qué; hay otras que, tras perderlas, se empeñan en recordarnos, no sin cierta timidez y a veces con algo de inútil gedogen, que tan importantes fueron para nosotros. El juego es simplemente hacer lo nuestro, dominar el rebote de los actos espontáneos y el driblar de las horas, cuestionar las estrategias determinadas por una temporada atroz, hacer las transferencias adecuadas y acercarnos cada momento a la mejor ocasión, llegar a ella sin retardos ni excusas. Es difícil hacerlo sin aceptar esos pequeños errores de cálculo que acortan las ventajas antes logradas, sin tomar nunca en cuenta las ocasiones en que nos deslizamos en el borde del perímetro, cuando se buscaba una salida de emergencia para cinco tipos de cuidado porque sí y porque qué más da buscar el impacto —lo inesperado suele ser mejor—, una posible colisión que acabe con todo y con todos. El fracaso, a veces, nos deja algo positivo.
¿alguna vez te has sentido atrapado?
Una caída con los ojos cerrados. El grito es un pretexto, tan sólo eso. Una fiesta, apoyos o fondos de retiro, una grieta por donde escapar. Días y noches enteras pensando que se puede encontrar la forma de decir las cosas que debemos decir, eso que realmente nos importa, sin lastimar ni implicar a nadie más. Algo inútil: nos olvidamos que lo que uno dice puede, en determinado momento, ser el arma con la cual el destino nos disparará. Conceptos elevados a los cuales no podemos corresponder, falsas esperanzas, mapas conceptuales, proyectos de vida distantes, bifurcación de caminos, cinco tipos de cuidado, deseos que sólo son eso, melancolía y frustración. Plegarias sin atender, un hueco interior, voces que no se callan como los dedos de la mano de aquel pobre tipo —gringo, veterano de alguna guerra química, paranoico y sonriente— que se acercaba éstos al rostro para implorar su silencio con un nervioso murmullo. Podemos entenderlo: en nuestra cabeza también hay demasiado ruido para intentar comprender de manera racional lo que ocurre [la desesperación no es, por lo visto, en estos casos una buena idea].
Up & down very fast
Hay quien dice, no sin justa razón, que es bueno que nos duela el cuerpo, eso indica que podemos pensar en otras cosas; quizás, pero el desconsuelo, al igual que la calma o esos cinco tipos de cuidado que nos mortifican sin cesar, es una cita a ciegas que tarde o temprano sabemos tendremos que cumplir. Sin embargo, nos equivocamos por completo al creer que iba a ser fácil cortar de tajo una historia —breve, si se quiere— en común. Se nos esfumaron las decisiones. Aquello se desperdigo sin autorización, creció sin control, sin fecha de caducidad. Desafiante e intransigente, sin escuchar palabras ni entender razones, tiro ancla y echó a rodar los dados que nos permitieron llenar de emociones intensas una vida aparentemente vacía, lidiar con el dolor de todos los días y someternos a la repentina cantidad de risas que nos hicieron sospechar que un futuro próximo ya nada sería así. Se nos esfumaron las opciones. No podemos evadir nuestra responsabilidad como tampoco creer el dogma ese de que lo que posees terminará por poseerte aunque sabemos que es una verdad tan cierta como nickel.
Casi en bancarrota, apenas nos queda aliento.
Conversaciones interrumpidas por el ir y venir de la multitud; por la incapacidad para entender que la vida no es simplemente un espectáculo en circuito cerrado que se transmite en directo; por los gritos irritantes de un manic street preacher cuyo mensaje es un punto muerto en nuestra tormenta diaria. Algo irónico si tomamos en cuenta esas noches dedicadas a ver nuestro look de pelea en los cristales de los autos, platicando a la deriva, en camino a ninguna parte o con la esperanza de que la lluvia, fiel compañera de soledad requerida, sirviera de algo y que arreciara con furia dentro de nosotros para no tener que taparnos el rostro. Es obvio que todos encontramos algún motivo adecuado para rendirnos cuando lo creemos necesario, algo normal que puede significar la oportunidad para dar un paso atrás y volver a empezar. Podría ser lo mejor, lo que aconsejan cinco tipos de cuidado ante el peligro de inminente desastre pero, sin saber a ciencia cierta el porqué, no queremos alejarnos, no podemos hacerlo. Tenemos miedo de perder algo en el camino o simplemente, perderlo todo. ¿Es esto lo más cercano a matar nuestras ilusiones? Si tan sólo pudiéramos después recordar esto y reírnos como antes.
Advertencia: No intentes cambiar el curso de la montaña rusa.
Subimos juntos al ride, freaks de categoría especial por el simple hecho de ser quienes somos: chispazos de felicidad, preocupación eterna, melodías para noches sin sueño, el reclamo del triste payaso solisiano, cinco tipos de cuidado, un sample que nos recuerda continuamente “This is your life”, el lugar donde ocurren las cosas, personas interesantes que aparecen en la soledad y cuya proximidad es todo lo que se necesita. Las gafas que usamos son solamente un guiño, un seguir de rutas impuestas por casualidad o la forma de evitar los designios de un Dios con pésimo sentido del humor, una forma clara de decir: “Nadie supo ganar” Nuestra visión de las cosas es otra, decidimos no decidir o, al menos, eso parece.
parar es algo que ya no podemos hacer.
Las gafas sirven para aparentar que se mantiene el ideal de bienestar y orden por seguir; relativistas ad-hoc, guardamos la distancia necesaria que se indica en el manual del usuario. Lo nuestro es imperfección, un querer darse el lujo de vivir y dejar que el tiempo nos cure las heridas sin tener que hacerse la pregunta: ¿Quién diablos nos quitará las jodidas banderillas? Nuestra conciencia está en un Post it color amarillo, nuestra identidad está ligada a un juke-box personal que repite tanto los temas que cantamos en los momentos felices como aquellos otros que reflejan nuestra fase más low. Entre el futuro y la calle, la contradicción como signo: el no saber que hacer es algo muy recurrente por aquí, rechazar los cinco tipos de cuidado, una despedida que no quiere ser, un click constante a la oferta interactiva de la frivolidad o un desafortunado brincar oportunidades, recostadas en la calle, como si fueran parte de aquel juego infantil de tiza y papel mojado. Algo tan engañoso que ni la más firme voluntad puede evitar.
Sólo queremos seguir, dar vueltas y volver al espacio.
Hay que señalar que somos exactamente todo lo contrario a lo que dice la gente que somos o fuimos. Cinco tipos de cuidado. Can you understand that? En última instancia, puede que lo que ocurre no sea más un cutrieslogan para rematar, la faribolesca idea del paraíso perdido o simplemente el hecho de que esta mañana, al despertar, la tristeza nos mostró su espalda malsoñante, reflejo insólito del “Tú no hubieras podido”. Así son las cosas y no de otro modo. Nos falta tiempo, nos sobra tiempo para las interminables pláticas que acaban siempre con aquello de “ya no quiero hablar”. Al parecer se ha dicho todo y, sin embargo, no se ha dicho nada. A veces nos damos cuenta que las palabras no sirven, que éstas no logran atrapar ese einfeuhlung extraviado. ¿Hueles el peligro? We have explosive. No decepcionaremos a nadie cuando lleguen los malos tiempos. Suponemos que, después de todo lo expresado, ya no hay nada más que decir. [Lo mejor de nuestra vida aún está por ocurrir]
by the way, it’s not unusual to think about it.
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revisión 2004: Demasiado personal, demasiado visceral. A good friendship yéndose al carajo. Sin poder evitarlo, casi sin darse cuenta. Me sigue pareciendo genial la cita de Chomsky. Viajes a USA, películas en VHS, largas pláticas para tratar de entender lo que ya se fue, mp3s. Uno de mis textos favoritos.
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