Lo único que queda por hacer (es correr)
El cartel premiado, la última foto autografiada y una A de significante pero incestuosa belleza se remezclan por telepatía, recuerdo inaudito de una fiesta brillante. Todo es energía mediática, problemas de comprensión entre ordenador de penútima generación e hiper textos de un Baudrillard para leer fuera de casa. Euforia de propaganda y noches llenas de cerveza cayendo en instantes de pequeño rendimiento que provocan esa fascinación, tan lejos del paraíso, reflejada en máscaras y enigmas de consolación.
Ayer girasoles perturbados, Angélica flotando en su interior, sin adeudos comprobados, con la mirada de grandes éxitos. Puesta de largo, toda de negro, morbosamente anoréxica; con su inseparable bolso de diseñador italiano y las uñas pintadas de rojo. Hoy es una pésima escena de USA como campo de juego; mi amiga, sin perder nunca el estilo, murió ahorcada justo al momento de emprender una nueva trayectoria. Aún se movían con cierta tristeza sus pies desnudos —rocío, diana centrada, festivalitos— cuando el doctor del turno vespertino, émulo del peor Elvis, fingiendo convicción se dispuso a llenar a toda velocidad el reporte mientras le daba traguitos a su botella afterhours.
Afuera, cuellos blancos esquivan la futilidad intermitente y denotan el poderío de ser maravillas, sus risas pudriéndose groovy histeria verde moho. Su postura engloba aquella premisa del éxito como un camino personal que odia a letárgicos y libertarios en network. Aquí dentro, rotas las banderas de futuro por construir —al arder todo sin esquemas de triunfo— se paga excesivo peaje por el crujir de tontas ilusiones en pasarela. Es sangre lo que llueve, una realidad en la que las cosas hasta que se caen tres veces son comestibles, puro sin sentido, agridulces sinfonías para juventud sin amor, racha de soledad escogida, desventajas de la (e)lección que se pregona en un discurso bienaventurado.
«Los que siguen son perdedores» pregona el modelo emprendedor de temporada. Ganar no es lo más importante, es lo único. ¿Quién quiere lanzarse a vivir una vida de pésimo diseño, sin pauta doctrinal y un motivo real para empezar a sentir? ¿Es eso a lo que se le llama «estado de bienestar» o perder el toque? Sin duda, algún día reíremos al preguntar en una de esas tontas reuniones si son tan felices entre tanto integralismo, secuestros y el sonido carácterístico de una Ak-47. Olvidaba recalcar, esto es la guerra del ajo.
>La campaña de hoy es una jugada sucia.
>No hay escape
>La fiesta es ahora, no faltes
>¿Te conté lo de ayer?
>Las mentiras son como navajas
>Dios es un cobarde solicitando ayuda
Mi más entrañable amigo estudiaba Economía de la Imagen, abraxas como símbolo, ruido nocturno. Un aliado post WWW, intensidad ácida y pánico lingüístico por el tono misógino empleado por supuestos enemigos. Sus ojos abiertos como temporal de roída esperanza y saltos al vacío, la sonrisa enfundada con la culpa de santa Biblia. El adiós, entre el sol y nuestro corazón, fue tan sólo una página compartida en aquel diario de juventud Panasonic. Todos los momentos, toda la zozobra, todo eso por fin terminó.
Ahora la memoria es como aquella primera corbata colegial que usamos, aquella que siempre termina por asfixiarnos como extraña modalidad autoerótica y bizarra extensión curricular que impide encontrar las palabras exactas que describir nuestro sentir.
—¿Qué se puede hacer voyeur?
—Think different.
Nunca supimos cuando se facturó la conspiración que por años padecimos. Smurfs, surf, turf. ¿Quién siente el dolor? Mi amiga ahorcada, mi más entrañable amigo Demonio de Tasmania, el error de noviembre. Un espectacular responde a cualquier intención nuestra con una lógica psi de grandes letras negras: “Construyendo tu futuro”. Debo ser el único que está esperando que ocurra algo nuevo.
Quizá un día de estos sucede y explota todo.
Los fragmentos que encontraremos por casualidad serán sólo eso: pedacitos de un ego resquebrajado, recortes de vida y artistas. Beber era un negocio piadoso, notas inconclusas y llamadas de tres minutos por no molestar a los amigos más queridos. El resultado fueron mil idiotas en reportes pinza, babosos aspirantes a la estética televisiva, rudos ancianos en autobuses, música selecta para sadomadiscoshows, honorables lavaplatos en período de negación, pizzas y putas, flú, movies y relajitos, la libertad de mercado equiparada con la violación tumultaria, el hogar que naufragó entre programas de discusión y penitencias, un revival de anuncios de Corn Flakes. Lo mejor y lo peor. Una cortina de humo para historias verdaderas, vertedero para complejos vitamínicos y situacionistas, himnos de amplificación pansexual y choques en grandes avenidas, jingles para soluciones adversas. Pendejaditas como esas.
¡Esto es un simulacro! Una guerra casual, una engañosa sit-com de vida amable y muégano, una colección de postales y sonrisas, top models planas en desfiles de carnicería. De la letra A descrita al inicio sobran los adjetivos y faltan los instintos globalizadores del «Just do it». Todo se convierte en una parodia de anuncio para evitar el trabajo cruz de volar de nuevo o darse cuenta de la muerte, como la lluvia, una lista secreta de deudas y misantropía demóniga de fólclor surrealista.
Algo cambió. Ya nunca sentiremos lo mismo que ayer: nuestro espíritu de olor adolescente no soporta el verano emblema ni prototipos de eterna sonrisa y camisetas que informan cual es nuestro sitio en un devenir histórico; todavía vibramos con esa retroalimentación química que implica una pequeña delgadez y el pensar que todo es sensaciones. No importa, es el tiempo de v-chips y formas acabadas, destronar héroes sin suerte y mantener la promesa.
¿Un consejo? Ahora mismo lo único que queda por hacer es correr.
lunes, 20 de noviembre de 2006
jueves, 16 de noviembre de 2006
textos noventa no 2
WEEKEND (PARTE III) (11/11/94)
Termina la canción y Cynthia me jala a la terraza para empezar con la letania de siempre: "Porque nunca me hablas y te escondes cuando me ves en otras partes" y remata con lo de "si quieres me voy y ya no te molesto más". Hago como que escucho y pienso "pues largarte ya, bitch".
Roberto llega para contarme la triste historia de Rocío, el amor de su vida, que se fue a estudiar a Vancouver y no ha contestado sus ultimas cartas; me dice que si creo que se olvido ya de el y yo le contesto un "No lo sé, a lo mejor se murio" que lo deja fulminado. Norma me pregunta que si la considero mi amiga y le digo NOT! en medio de risas histéricas. I'm so lonely. Apagan la música en el tercer piso y bajamos al segundo para bailar el "Deeper and deeper" y "Beat it" (ok! nos vemos mal pero a estas horas a quien le importa eso). Me sale de la boca un "No sé que hacer... Todo es tan difícil.
Plático con César que me dice que no pensaba en verme vivo otra vez (?) Me repite frases textuales de Eduardo Rios y el cuento eterno que a su familia no le importa si llega o no, y que odia a sus hermanos. Lo dejo ahi por imposible, con el equilibrio roto y su camisa Guess manchada por el sudor, por inercia pido otra bebida. Salimos de ahí a las cuatro de la madrugada, en la calle me detengo a platicar con una chica que hace dibujos planetarios con sprays (tipo grafiti) y me dice que los vende a nueve dólares. Todavía entramos a un par de lugares mas, en uno de ellos me ofrecen coke en el baño y como hoy no queremos problemas emprendemos la retirada. Cerca del Juke in the Box nos alcanza una tipa, gringa algo loca, para enseñarnos sus tetas flácidas.Todo mundo quiere ser alguien en tan solo ¿cinco segundos? Policias y putas en busca de clientes, pero no creo que eso llame tu atencion. De tan borrachos que terminamos, nadie se acordo en donde diablos estaba estacionado el carro asi que nos enfilamos a los taxis. Ahi estaba Richie mas ebrio que nosotros y no lo dejaron subir, abordamos el taxi e intenta subirse un queen y el muy estupido se agarra los dedos con la puerta. "Ay mis dedos" dijo y todos nos reimos. Llego a casa a las cinco con quince y el techo azul de mi recamara me molesta. Escucho un par de temas en 91X (la nueva de Rage Againts The Machine y la de los Beloved) y apago la radio cuando suena el "Alive" de los Pearl Jam. De repente, rompo a llorar y grito "Dios mio, Dios mio" sin saber por que y resuena ese estribillo una vez mas en mi mente que dice "alguien tiene un arma por si algo sale mal". Sonrio y me doy cuenta que solo soy el parpado del puercoespín, dulce psicotico.
Termina la canción y Cynthia me jala a la terraza para empezar con la letania de siempre: "Porque nunca me hablas y te escondes cuando me ves en otras partes" y remata con lo de "si quieres me voy y ya no te molesto más". Hago como que escucho y pienso "pues largarte ya, bitch".
Roberto llega para contarme la triste historia de Rocío, el amor de su vida, que se fue a estudiar a Vancouver y no ha contestado sus ultimas cartas; me dice que si creo que se olvido ya de el y yo le contesto un "No lo sé, a lo mejor se murio" que lo deja fulminado. Norma me pregunta que si la considero mi amiga y le digo NOT! en medio de risas histéricas. I'm so lonely. Apagan la música en el tercer piso y bajamos al segundo para bailar el "Deeper and deeper" y "Beat it" (ok! nos vemos mal pero a estas horas a quien le importa eso). Me sale de la boca un "No sé que hacer... Todo es tan difícil.
Plático con César que me dice que no pensaba en verme vivo otra vez (?) Me repite frases textuales de Eduardo Rios y el cuento eterno que a su familia no le importa si llega o no, y que odia a sus hermanos. Lo dejo ahi por imposible, con el equilibrio roto y su camisa Guess manchada por el sudor, por inercia pido otra bebida. Salimos de ahí a las cuatro de la madrugada, en la calle me detengo a platicar con una chica que hace dibujos planetarios con sprays (tipo grafiti) y me dice que los vende a nueve dólares. Todavía entramos a un par de lugares mas, en uno de ellos me ofrecen coke en el baño y como hoy no queremos problemas emprendemos la retirada. Cerca del Juke in the Box nos alcanza una tipa, gringa algo loca, para enseñarnos sus tetas flácidas.Todo mundo quiere ser alguien en tan solo ¿cinco segundos? Policias y putas en busca de clientes, pero no creo que eso llame tu atencion. De tan borrachos que terminamos, nadie se acordo en donde diablos estaba estacionado el carro asi que nos enfilamos a los taxis. Ahi estaba Richie mas ebrio que nosotros y no lo dejaron subir, abordamos el taxi e intenta subirse un queen y el muy estupido se agarra los dedos con la puerta. "Ay mis dedos" dijo y todos nos reimos. Llego a casa a las cinco con quince y el techo azul de mi recamara me molesta. Escucho un par de temas en 91X (la nueva de Rage Againts The Machine y la de los Beloved) y apago la radio cuando suena el "Alive" de los Pearl Jam. De repente, rompo a llorar y grito "Dios mio, Dios mio" sin saber por que y resuena ese estribillo una vez mas en mi mente que dice "alguien tiene un arma por si algo sale mal". Sonrio y me doy cuenta que solo soy el parpado del puercoespín, dulce psicotico.
miércoles, 15 de noviembre de 2006
textos noventa 01
EL FIN DE LA INFANCIA (11/11/94)
Mira a una multitud de gente a través de un cristal humedecido por el vaho que desprende su boca. Uno, seis, diez, giran en su mente. Piensa en todo y en nada a la vez: carteles de viejas estrellas pop; el diario que alguna vez leíste; los principios del budismo; las clases de acento francés; la lámpara esa que lo deja alucinado con una C de neón; la comida chatarra y su música favorita; la pasta de dientes roja con sabor amargo; la nueva imagen que quiere construir.
Y realmente no sé que sucede. ¿Pat Bateman es o no un buen modelo a seguir? Gente llamando al radio en busca de ayuda: hambrientos, friolentos, personas perdidas; lodo, piedras y lluvia. Videos porno y cine artsy, religión que no dice nada, nada. Música heavy ¿de veras el rock ha muerto? Uno y otro más, días que pasan. Inseguridad, odio al trabajo y a la hipocresía de la gente. Dinero, gloria y poder en los ojos de todos y cada uno de nosotros. Alguien le ha dicho: "Córtate esa barba, pareces fracasado" y lo, hizo una mueca en silencio. Un cuchillo filoso, una copa de vino, un corazón sangrante como el de Frida. Teléfonos, discos nuevos, noticias, cartas, poemas, héroes y gritos. Frío, histeria, amigos y una estúpida traición.
No hay elección ni conciertos, los dramas diarios no consiguen encajar en un rompecabezas sin sentido. Sueños raros que dan vuelta una y otra vez, caras conocidas con gestos desconocidas. Ansia y muerte en la cama de un niño.
Y vi también ahí, el corto de su vida; la pena y la alegría, el llanto adolescente con mil preguntas sin respuesta y la sonrisa cínica de quien ya lo ha vivido todo. Why me? -se pregunta sin darse cuenta de que esta solo. Rostros y manos, besos y cuerpos, libros y palabras al viento, deseos e intentos apáticos de huída, amarga locura. ¿Será parte de una generación de fracasados que no tiene nada que decir o sólo es un tormento pagándole factura al destino? Algo indica que la única salida es la agonía del espejo de la gente común: tener una familia, una casa, un auto y una cuenta en el banco. No importa, nunca ha sido parte de ellos ¿o si?
Los errores cometidos ya sea víctima de la depresión y los anhelos no cubren el vacío ni quitan la sensación de muerte, de ser menos que cero y de malvivir una vida. En la búsqueda de sensaciones siempre obtiene lo contrario a lo que realmente quiere. Al final solo queda una música fuerte, muy fuerte, un bar lleno de gente, amigos con sonrisas y un vaso en la mano... y al llegar a casa, una cama para soñar un escape a todo esto.
No pierde oportunidad para olvidar lo que fue, sin embargo hay algo en el pasado que le impide enterrarlo por completo; persiguiéndolo como si fuera su peor enemigo, como una sombra que vivirá ligada con él por siempre y para siempre. Lleno de ilusiones quiso ser decisión y fue sólo un pasatiempo de Dios, poseedor de nada en especial, disfrutando un mito erótico que condena cualquier frase que vuelque los sentidos. La vida casi consumida, la fe perdida en horas inciertas y una visión tangible de la muerte y el mismo infierno.
Como decirte, como explicarte que lo que vivió marco la ruta y que ya no hay marcha atrás. Apareciste en el momento preciso en que las dudas y el temor lo hundían en una depresión tras otra; en un tiempo tan bello como terrible, que sabía a desesperación, a dolor y droga. Abandono todo y ya nada le importo: estabas tú a su lado. Y te dijo: "gracias por dejarme ser parte de tus sueños y por vivir en los míos, por ser luz y guía, por ser amor y compañía, por ser plática en noches frías y, sobre todo, por creer en mis palabras". Ahora podemos aprender de lo que hicimos ayer, sentarnos y empezar a escribir la historia, volver a nacer y no errar de nuevo. No hay otra manera mejor de terminar con el ingenuo sueño de un eterno adolescente.
_ Eduardo RíOS
Mira a una multitud de gente a través de un cristal humedecido por el vaho que desprende su boca. Uno, seis, diez, giran en su mente. Piensa en todo y en nada a la vez: carteles de viejas estrellas pop; el diario que alguna vez leíste; los principios del budismo; las clases de acento francés; la lámpara esa que lo deja alucinado con una C de neón; la comida chatarra y su música favorita; la pasta de dientes roja con sabor amargo; la nueva imagen que quiere construir.
Y realmente no sé que sucede. ¿Pat Bateman es o no un buen modelo a seguir? Gente llamando al radio en busca de ayuda: hambrientos, friolentos, personas perdidas; lodo, piedras y lluvia. Videos porno y cine artsy, religión que no dice nada, nada. Música heavy ¿de veras el rock ha muerto? Uno y otro más, días que pasan. Inseguridad, odio al trabajo y a la hipocresía de la gente. Dinero, gloria y poder en los ojos de todos y cada uno de nosotros. Alguien le ha dicho: "Córtate esa barba, pareces fracasado" y lo, hizo una mueca en silencio. Un cuchillo filoso, una copa de vino, un corazón sangrante como el de Frida. Teléfonos, discos nuevos, noticias, cartas, poemas, héroes y gritos. Frío, histeria, amigos y una estúpida traición.
No hay elección ni conciertos, los dramas diarios no consiguen encajar en un rompecabezas sin sentido. Sueños raros que dan vuelta una y otra vez, caras conocidas con gestos desconocidas. Ansia y muerte en la cama de un niño.
Y vi también ahí, el corto de su vida; la pena y la alegría, el llanto adolescente con mil preguntas sin respuesta y la sonrisa cínica de quien ya lo ha vivido todo. Why me? -se pregunta sin darse cuenta de que esta solo. Rostros y manos, besos y cuerpos, libros y palabras al viento, deseos e intentos apáticos de huída, amarga locura. ¿Será parte de una generación de fracasados que no tiene nada que decir o sólo es un tormento pagándole factura al destino? Algo indica que la única salida es la agonía del espejo de la gente común: tener una familia, una casa, un auto y una cuenta en el banco. No importa, nunca ha sido parte de ellos ¿o si?
Los errores cometidos ya sea víctima de la depresión y los anhelos no cubren el vacío ni quitan la sensación de muerte, de ser menos que cero y de malvivir una vida. En la búsqueda de sensaciones siempre obtiene lo contrario a lo que realmente quiere. Al final solo queda una música fuerte, muy fuerte, un bar lleno de gente, amigos con sonrisas y un vaso en la mano... y al llegar a casa, una cama para soñar un escape a todo esto.
No pierde oportunidad para olvidar lo que fue, sin embargo hay algo en el pasado que le impide enterrarlo por completo; persiguiéndolo como si fuera su peor enemigo, como una sombra que vivirá ligada con él por siempre y para siempre. Lleno de ilusiones quiso ser decisión y fue sólo un pasatiempo de Dios, poseedor de nada en especial, disfrutando un mito erótico que condena cualquier frase que vuelque los sentidos. La vida casi consumida, la fe perdida en horas inciertas y una visión tangible de la muerte y el mismo infierno.
Como decirte, como explicarte que lo que vivió marco la ruta y que ya no hay marcha atrás. Apareciste en el momento preciso en que las dudas y el temor lo hundían en una depresión tras otra; en un tiempo tan bello como terrible, que sabía a desesperación, a dolor y droga. Abandono todo y ya nada le importo: estabas tú a su lado. Y te dijo: "gracias por dejarme ser parte de tus sueños y por vivir en los míos, por ser luz y guía, por ser amor y compañía, por ser plática en noches frías y, sobre todo, por creer en mis palabras". Ahora podemos aprender de lo que hicimos ayer, sentarnos y empezar a escribir la historia, volver a nacer y no errar de nuevo. No hay otra manera mejor de terminar con el ingenuo sueño de un eterno adolescente.
_ Eduardo RíOS
lunes, 13 de noviembre de 2006
aeim
aeim
Soy la paranoia de que la verdad exista y no sea nuestra; el que siempre reprime a todos los demás, aquel que no cuestiona nada, el ídolo del momento que canta about nothing in particular; la happy face en la camiseta de un hippie gordo; la histeria, los hornos crematorios, la ironía punk de Belsen was a gas, el olvido.
Soy el último emperador chino, Atahualpa Yupanqui, Nestor el cyborg; el bully que te perseguía en la escuela, una porrista con el trasero de acero que resume todos tus wet dreams; el policía que sostiene la señal de Stop justo al filo del vacío; un judío que quiere ser negro; el que mató a Buda cuando lo encontró en su camino.Soy un re-run que ves por tercera ocasión, una tarde de Ticket to ride, el lugar reservado que nunca se ocupa, a long Manchester overcoat, a sweet and tender hooligan, la universidad de autonomía vencida por la oferta de un banco, un ejercicio de estilo que no se decide a estirar la pata, el remanente de una relación que se desdibujo una madrugada, algo que nunca paso la etapa platónica, un plagiador en ciernes, a blind date from hell, la ira de Maradona, ese talk show que sigue y sigue y sigue, la escolástica que acompaña a la tristeza.
Soy la felicitud, una casa abierta, un espíritu ad-free, la oferta de hoy, el sonido del farfisa, la línea de jueces que no tiene ni puta idea de que es lo que ocurre aquí, la última canción que se escuchó en The Hacienda, la noche en que Franco murió, la devaluación del 82, el grito de Lager! Lager! Lager! el rostro precioso, algo que nunca tendrás, el protagonista de tus pesadillas, una voz en off que cuenta la historia oficial, el bello verano, a walking Hallelujah, un disidente que bebe champagne a deshoras, lo más casposo, una situación urgente que no atienden los partidos políticos.
Soy la anarquía, el libro de Gramsci que nunca entendiste pero que citas a cada rato para explicar el rollo de la hegemonía cultural; un ejecutivo de cuenta, alguien que se roba el servicio de Cable, un circuito cerrado que graba todas tus acciones; Osama Bin Laden, el exiliado que todo mundo hace «fuchi fuchi», el que dice I hate all the dikes & fags mientras sostiene una pancarta que dice ¨Ban the marriage"; el que te hace daño, el que habla por teléfono para ver si caes en una extorsión originada en el miedo; uno de los cortados en la lista de prioridades de un país al punto del meltdown.
Soy Joey Ramone, mantis religiosa del punk; el fascismo dulce y la izquierda trasnochada que ha vuelto ha estar en boga, un par de novios que se besan mientras piensan en otra persona; un creyente, la prudencia, la buena onda, un Raúl Velasco cualquiera impulsando la energía del universo; el murmullo de la city, un dictador sudaca que persigue el ideal bolivariano mientras se enfunda en un traje de diseñador; un junkie con las venas abiertas; the bad cop & the good cop; the minutemen, el último kiliwa, la cucaracha que sobrevivirá la explosión nuclear.
Soy alguien que te salvará de todo problema, el placebo, la panacea. Una raya de cristal, un aumento de sueldo, el golpe de suerte en la lotería nacional; un sujeto que pasa desapercibido en el bar de las caras tristes, una g-string diva que no escucha tu maldita opinión; el libre albedrío que puede hacer distinto lo que vemos por televisión.Soy la verdad esquiva, el más terrible de los huracanes, el terapeuta que ya dejo atrás el nihilismo; 1968, 1987, 1976, los 5 segundos antes de que explote el «cóctel molotov»; la sífilis de Nietzsche, Elvis dispuesto a vencer a la báscula, Russ Meyer haciendo casting de doble pechuga, Ray Loriga en una entrevista; el vómito del que perdió la pelea, , un conector casual e intermitente, el arrebato de rareza finisicular, un video de Coil, los beats de DFA, el estado de sitio a nuestra conciencia.
Soy un hipócrita, las declaraciones del obispo, el mesianismo de un político que lucra con la esperanza, el que no puede esperar más para denunciar un abuso sufrido años atrás; un hardcore kid, una caja de ritmos, el grito silente de las mujeres mutiladas, el testigo presencial de nuestra derrota.
Soy un producto más en el catálogo de Ikea, el árbitro en el partido, la chica buenona en el diario de la tarde, el "Sieg Heil Hitler" que te cabrea; una página en Vogue, la conciencia de Julio Scherer, los discos de Sonic Youth, la modernidad, los cojones de Deleuze, un incompetente gurú; el new negro que nunca dice «mande», la madre patria, una piñata escarlata, el ecstasy de Holanda, la caída de Oxidente, la gran tragicomedia humana.
Soy Bukowski rascándose los sobacos, la sonrisa de una curadora, el mash up de la historia; la desidia y la afasia típica de los críticos seniles; un mensaje SMS que no vale la pena leer, el que roba nicknames en Internet, un poeta de nivel intermedio, algo tan japonés; lo que sigue, la pandrogenia que se aproxima, un crucigrama para recién casados, el héroe de Mocorito, un billboard que dice ¨SOS Queremos seguridad".
Soy una fiesta de XV años para una chica embarazada por un familiar cercano, un actor que es bueno para fingir acentos, cincuenta opciones en el mercado, someone looking for the number one spot, una batucada que celebra la nada; un promosexual que juega a ganar, el llanto coreografiado de actriz televisiva, el que reta al peligro, un ente que piensa distinto, el que sólo hace las cosas cuando van por buen camino; un homeless empujando un carrito en Sunset Blvd, alguien que ha perdido la cabeza por esa cosa llamada amor, una dosis de Prozac antes de ir a trabajar; un shakedown, el trastabilleo, ese trip pacheco que recordarás por siempre; a small talk, un cuento de sicarios, the revolting stuff; el serial killer que de niño salió en la tapa de un cereal, una falla en el sistema, el que olvida las llaves en un afterhours, el hijo ilegitimo de Jesuscristo, la puta ostia.
Soy un outcast, el que juega bonito, un tatuado en la fila del paro, una pelea de perros; El Mañana después de la granada, el que trajo un arma a la escuela secundaria, , alguien que baila y resiste, the reckless youth; el desasociego adolescente, un epígono de la clase trabajadora, el rock angular; un concepto por probar, el jubileo de algo pomposo y aburrido, un regimen que artícula el cambio en concertacesiones; el hombre que cae de la Torre 2, a german joke, el ama de llaves de la decencia clasemediaera, el último expulsado en el reality show llamado LIFE.
Soy Homero Simpson rascándose el trasero, el futuro de la cocina gourmet, un chilletas; la rubia tonta en las películas de los años 50, el letrero de neón que Barry Gifford compró en Tijuana; el pronóstico de lluvia y apagones, la categoría «super freak», la fuerza armada; un grupo de voluntarios americanos haciendo labor social lejos de casa, un ex drogadicto que ofrece lollipops en los cruceros, the final score.
Soy un archipiélago de fiestas, un mito generacional, el grito de Oi Oi Oi; una campaña de publicidad, uno de los desaparecidos en la Guerra Sucia, un arma de destrucción masiva; an ageing pop star, the breaks, el primero que hizo pogo; la silla eléctrica, una iniciativa de ley, un panfleto, un parche de Crass; un ringtone que llega al tope de los charts, una argumentación repetitiva, la canción del verano.
Soy las voces que escuchas en tu mente, la noción de velocidad según Virilio, una guía azarosa, la teoría del caos, un dolor más o menos musical; Terry persiguiendo a Candy Candy, una manifestación a favor de Pinochet (y otra más numerosa, en contra); el trasero de una adicta al funk carioca, la falsa ceguera de Borges, todos los ísmos que enlista la encliclopedia Británica; una etiqueta, un logotipo, el que saqueo al país, un heredero de la crisis de valores que proclama el mismo grupo de fundamentalistas, alguien tan normal que da risa.
Soy lo que sea, lo que se me antoje hoy, mañana, el próximo weekend.
Todo menos la imagen que ves reflejada ante tu espejo.
Soy la paranoia de que la verdad exista y no sea nuestra; el que siempre reprime a todos los demás, aquel que no cuestiona nada, el ídolo del momento que canta about nothing in particular; la happy face en la camiseta de un hippie gordo; la histeria, los hornos crematorios, la ironía punk de Belsen was a gas, el olvido.
Soy el último emperador chino, Atahualpa Yupanqui, Nestor el cyborg; el bully que te perseguía en la escuela, una porrista con el trasero de acero que resume todos tus wet dreams; el policía que sostiene la señal de Stop justo al filo del vacío; un judío que quiere ser negro; el que mató a Buda cuando lo encontró en su camino.Soy un re-run que ves por tercera ocasión, una tarde de Ticket to ride, el lugar reservado que nunca se ocupa, a long Manchester overcoat, a sweet and tender hooligan, la universidad de autonomía vencida por la oferta de un banco, un ejercicio de estilo que no se decide a estirar la pata, el remanente de una relación que se desdibujo una madrugada, algo que nunca paso la etapa platónica, un plagiador en ciernes, a blind date from hell, la ira de Maradona, ese talk show que sigue y sigue y sigue, la escolástica que acompaña a la tristeza.
Soy la felicitud, una casa abierta, un espíritu ad-free, la oferta de hoy, el sonido del farfisa, la línea de jueces que no tiene ni puta idea de que es lo que ocurre aquí, la última canción que se escuchó en The Hacienda, la noche en que Franco murió, la devaluación del 82, el grito de Lager! Lager! Lager! el rostro precioso, algo que nunca tendrás, el protagonista de tus pesadillas, una voz en off que cuenta la historia oficial, el bello verano, a walking Hallelujah, un disidente que bebe champagne a deshoras, lo más casposo, una situación urgente que no atienden los partidos políticos.
Soy la anarquía, el libro de Gramsci que nunca entendiste pero que citas a cada rato para explicar el rollo de la hegemonía cultural; un ejecutivo de cuenta, alguien que se roba el servicio de Cable, un circuito cerrado que graba todas tus acciones; Osama Bin Laden, el exiliado que todo mundo hace «fuchi fuchi», el que dice I hate all the dikes & fags mientras sostiene una pancarta que dice ¨Ban the marriage"; el que te hace daño, el que habla por teléfono para ver si caes en una extorsión originada en el miedo; uno de los cortados en la lista de prioridades de un país al punto del meltdown.
Soy Joey Ramone, mantis religiosa del punk; el fascismo dulce y la izquierda trasnochada que ha vuelto ha estar en boga, un par de novios que se besan mientras piensan en otra persona; un creyente, la prudencia, la buena onda, un Raúl Velasco cualquiera impulsando la energía del universo; el murmullo de la city, un dictador sudaca que persigue el ideal bolivariano mientras se enfunda en un traje de diseñador; un junkie con las venas abiertas; the bad cop & the good cop; the minutemen, el último kiliwa, la cucaracha que sobrevivirá la explosión nuclear.
Soy alguien que te salvará de todo problema, el placebo, la panacea. Una raya de cristal, un aumento de sueldo, el golpe de suerte en la lotería nacional; un sujeto que pasa desapercibido en el bar de las caras tristes, una g-string diva que no escucha tu maldita opinión; el libre albedrío que puede hacer distinto lo que vemos por televisión.Soy la verdad esquiva, el más terrible de los huracanes, el terapeuta que ya dejo atrás el nihilismo; 1968, 1987, 1976, los 5 segundos antes de que explote el «cóctel molotov»; la sífilis de Nietzsche, Elvis dispuesto a vencer a la báscula, Russ Meyer haciendo casting de doble pechuga, Ray Loriga en una entrevista; el vómito del que perdió la pelea, , un conector casual e intermitente, el arrebato de rareza finisicular, un video de Coil, los beats de DFA, el estado de sitio a nuestra conciencia.
Soy un hipócrita, las declaraciones del obispo, el mesianismo de un político que lucra con la esperanza, el que no puede esperar más para denunciar un abuso sufrido años atrás; un hardcore kid, una caja de ritmos, el grito silente de las mujeres mutiladas, el testigo presencial de nuestra derrota.
Soy un producto más en el catálogo de Ikea, el árbitro en el partido, la chica buenona en el diario de la tarde, el "Sieg Heil Hitler" que te cabrea; una página en Vogue, la conciencia de Julio Scherer, los discos de Sonic Youth, la modernidad, los cojones de Deleuze, un incompetente gurú; el new negro que nunca dice «mande», la madre patria, una piñata escarlata, el ecstasy de Holanda, la caída de Oxidente, la gran tragicomedia humana.
Soy Bukowski rascándose los sobacos, la sonrisa de una curadora, el mash up de la historia; la desidia y la afasia típica de los críticos seniles; un mensaje SMS que no vale la pena leer, el que roba nicknames en Internet, un poeta de nivel intermedio, algo tan japonés; lo que sigue, la pandrogenia que se aproxima, un crucigrama para recién casados, el héroe de Mocorito, un billboard que dice ¨SOS Queremos seguridad".
Soy una fiesta de XV años para una chica embarazada por un familiar cercano, un actor que es bueno para fingir acentos, cincuenta opciones en el mercado, someone looking for the number one spot, una batucada que celebra la nada; un promosexual que juega a ganar, el llanto coreografiado de actriz televisiva, el que reta al peligro, un ente que piensa distinto, el que sólo hace las cosas cuando van por buen camino; un homeless empujando un carrito en Sunset Blvd, alguien que ha perdido la cabeza por esa cosa llamada amor, una dosis de Prozac antes de ir a trabajar; un shakedown, el trastabilleo, ese trip pacheco que recordarás por siempre; a small talk, un cuento de sicarios, the revolting stuff; el serial killer que de niño salió en la tapa de un cereal, una falla en el sistema, el que olvida las llaves en un afterhours, el hijo ilegitimo de Jesuscristo, la puta ostia.
Soy un outcast, el que juega bonito, un tatuado en la fila del paro, una pelea de perros; El Mañana después de la granada, el que trajo un arma a la escuela secundaria, , alguien que baila y resiste, the reckless youth; el desasociego adolescente, un epígono de la clase trabajadora, el rock angular; un concepto por probar, el jubileo de algo pomposo y aburrido, un regimen que artícula el cambio en concertacesiones; el hombre que cae de la Torre 2, a german joke, el ama de llaves de la decencia clasemediaera, el último expulsado en el reality show llamado LIFE.
Soy Homero Simpson rascándose el trasero, el futuro de la cocina gourmet, un chilletas; la rubia tonta en las películas de los años 50, el letrero de neón que Barry Gifford compró en Tijuana; el pronóstico de lluvia y apagones, la categoría «super freak», la fuerza armada; un grupo de voluntarios americanos haciendo labor social lejos de casa, un ex drogadicto que ofrece lollipops en los cruceros, the final score.
Soy un archipiélago de fiestas, un mito generacional, el grito de Oi Oi Oi; una campaña de publicidad, uno de los desaparecidos en la Guerra Sucia, un arma de destrucción masiva; an ageing pop star, the breaks, el primero que hizo pogo; la silla eléctrica, una iniciativa de ley, un panfleto, un parche de Crass; un ringtone que llega al tope de los charts, una argumentación repetitiva, la canción del verano.
Soy las voces que escuchas en tu mente, la noción de velocidad según Virilio, una guía azarosa, la teoría del caos, un dolor más o menos musical; Terry persiguiendo a Candy Candy, una manifestación a favor de Pinochet (y otra más numerosa, en contra); el trasero de una adicta al funk carioca, la falsa ceguera de Borges, todos los ísmos que enlista la encliclopedia Británica; una etiqueta, un logotipo, el que saqueo al país, un heredero de la crisis de valores que proclama el mismo grupo de fundamentalistas, alguien tan normal que da risa.
Soy lo que sea, lo que se me antoje hoy, mañana, el próximo weekend.
Todo menos la imagen que ves reflejada ante tu espejo.
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